Las ONG en un puño, por Gregorio Salazar
Twitter: @goyosalazar
Con la aprobación en primera discusión por la Asamblea Nacional de un proyecto de ley para controlar el desempeño de las Organizaciones No Gubernamentales, que son en Venezuela un verdadero bastión para la defensa de los derechos humanos, el régimen quedó a un paso de realizar uno de sus sueños dorados: tener en un puño estas asociaciones cuyo accionar en distintos ámbitos les representa un verdadero estorbo en su marcada deriva autoritaria y antidemocrática.
El proyecto ha sido denominado «Ley de Fiscalización, regularización, actuación y financiamiento de las organizaciones no gubernamentales y afines», pero no es más que una versión ampliada y empeorada de lo que antes asomaron como una «ley de cooperación internacional». Al final ese es el objetivo mayor: secarlas económicamente, controlar y/o cortar todo flujo de recursos que sostenga la labor de vigilancia, denuncia y solidaridad que desarrollan las ONG.
A medida que el llamado proyecto del «socialismo del siglo XXI» fue hundiendo al país hasta llevarlo a uno de los índices de población vulnerable más alto del mundo, más valor e importancia cobró la cooperación internacional en áreas tan variadas como la tecnología, la ayuda humanitaria en una amplísima gama, la alimentación, insumos hospitalarios, asesorías técnicas, inversiones en infraestructuras, talleres y otras actividades de formación de capital social que se desarrolla especialmente a través de las organizaciones de la sociedad civil.
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Es una labor directa y sin discriminación que se desarrolla a través de iglesias, sindicatos, universidades, fundaciones, organizaciones de derechos humanos y con fines humanitarios, que inevitablemente desnuda las carencias de la gestión pública gubernamental y los devastadores efectos de sus erradas políticas en el campo social y económico, comenzando por una diáspora de aproximadamente 7 millones de venezolanos.
Desde la exposición de motivos de este malhadado proyecto de ley, las ONG´s quedan estigmatizadas como «figuras en beneficio del moderno imperialismo, reafirmando la premisa del neoliberalismo y, al mismo tiempo, actuando para promover o apoyar las intervenciones militares”.
Al establecer un “sistema uniforme” (uniformados nos quieren ver a todos) “para su creación, registro, organización, funcionamiento, administración y desarrollo, así como garantizar la transparencia en su manejo económico y financiero, incluyendo las fuentes de su financiamiento”, el régimen toma en su poder toda la capacidad para decidir sobre la existencia o no de las ONG’s que hoy actúan en Venezuela.
Dicen que garantizarán «el más amplio margen de libertad asociativa». Oh, sí. Los venezolanos sabemos demasiado bien que cuando el régimen habla de libertad, quiere decir control. Cuando habla de transparencia, lo que viene es opacidad. Cuando sermonea sobre libertad de expresión lo que viene es censura, cierre de medios y control hegemónico de las comunicaciones. Cuando dice garantía electoral, son para su exclusividad.
No hay que esperar nada diferente de quienes en plena visita del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, Volker Turk, osan presentar semejante proyecto de ley, pero además persiguen a periodistas de El Nacional, como ocurrió con su jefe de redacción José Gregorio Meza, y activistas de los DDHH, María Fernanda Rodríguez, detenida el pasado viernes y después liberada «por una orden de arriba». Con ella se cumplió el formato: alguien apunta, señala, condena y los postrados y envilecidos órganos del poder actúan.
Valga recordar los conceptos expresados por más de 500 organizaciones de derechos humanos en el mundo cuando se presentó al anterior proyecto: «Con este proyecto de ley se busca reinterpretar la definición de cooperación internacional hacia intereses ideológicos, políticos y/o económicos del gobierno nacional, dejando por fuera conceptos esenciales como derechos humanos y ayuda humanitaria».
Lastimosamente, la deriva antidemocrática no es sólo en Venezuela. Si algún objetivo tuvo la reciente reunión de la Celac en Buenos Aires fue la de dar aires de legitimidad a regímenes como los de Cuba, Nicaragua y Venezuela. Allá van a pontificar sobre libertades y democracia quienes en sus países someten la disidencia ciudadana a sangre y fuego. Todo sea por la perpetuidad en el poder.
Gregorio Salazar es periodista. Exsecretario general del SNTP.
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