Las peripecias del taladro chino, por Simón Boccanegra
Las cosas que le pasan a Chacumbele a veces entran en el reino del surrealismo caribeño. Lo de los taladros chinos es de ópera bufa. Recordarán los lectores de este minicronista que hace algunas semanas explotó un taladro chino de los que Pdvsa ha venido trayendo para atender sus necesidades en ese ámbito. Fue un caso de mal manejo. Cuando llegaron los dos taladros la gente de Pdvsa se encontró con que las instrucciones estaban escritas en chino. En lugar de dirigirse a la empresa petrolera china y a sus técnicos, que era lo conducente, porque se trata de instalaciones complejas, ¿qué hicieron? ¡Fueron a un restaurant chino en Anaco y solicitaron la traducción del texto! Pero los chinitos del establecimiento son cantoneses y las instrucciones del taladro estaban escritas en mandarín. Para aquellos de mis lectores que no lo sepan, el chino que se habla en Beijing es muy distinto del que se habla en Shangai o en Cantón. Son lenguas distintas. De modo que los chinos del restaurant no pudieron complacer a los ingeniosos ingenieros de la Pdvsa roja-rojita. Estos últimos no se arredraron y le echaron pichón de todas maneras. Lo que pasó ya es periódico de ayer. El taladro explotó. Parece un sketch de Los Tres Chiflados, pero no es.