Las reflexiones del señor Chávez, por Simón Boccanegra
El señor Chávez dijo, quizás bajo la influencia del aire de libertad y tolerancia que se respira en Libia, que él no había mandado a meter preso al gobernador del Táchira, César Pérez Vivas, sino que lo suyo era apenas «una reflexión» sobre el tema porque él, líbrelo Dios, nunca mete preso a nadie.
¡Claro! Para eso tiene a sus esbirros, de uniforme o de civil, y hasta con falda. Por supuesto, cada vez que alguna de sus seráficas «reflexiones» le brota de la mollera pasan cosas. Por ejemplo, una vez reflexionó sobre «gas del bueno» y a los dos días, los tombos de la Metro y los de la Guardia Nacional hicieron un trabajo de campo para ver qué tan bueno era, probándolo con las humanidades de los asistentes a la marcha el 1 de mayo. En la campaña electoral sus reflexiones sobre Manuel Rosales, tan llenas de amor al prójimo, garantizándole que lo iba a meter preso (así, en primera persona, como hacen los valientes que dan la cara, sobre todo cuando tienen anillos de seguridad), sirvieron para que los apóstoles de su palabra, que lo siguen devotamente, como Mario Isea y Luisa Ortega, reflexionaran sobre la reflexión y decidieran que lo que el señor quería decir es que metieran preso a Manuel Rosales. Dicho pero no hecho, porque Manuel puso tierra de por medio. También fue jugosa la reflexión en la que emplazó a Diosdado y a Luisa Ortega. «O me cumplen o me renuncian». Esa vez la cosa no requería de arduos ejercicios hermenéuticos. Rapidito procedieron, uno, a cerrar emisoras de radio, otra, a elaborar aquel prodigio jurídico que fue la Ley contra Delitos Mediáticos. En fin, vamos a ver que pasa después de las reflexiones sobre Pérez Vivas.