Las tribulaciones del MVR, por Simón Boccanegra
El MVR tiene todos los vicios y defectos de AD sin ninguna de las virtudes que este partido tuvo en sus años dorados. El MVR nació viejo, sesentón. Tiene la edad de AD, con todos los achaques, manías y caprichos de quienes se aproximan a la senilidad. Ni en eso pudo renovar la «revolución» y a la hora de construir un partido no hizo sino copiar el modelo adeco: cogollérico, pero en su caso con un cogollo unipersonal, o sea, peor aún; sujeto al inefable «centralismo democrático», pero sin siquiera una ficción de debate interno y con ciega obediencia a los dictados del jefe supremo, quien no se molesta en pararle al CEN, que en el partido oficialista se llama CTN; en su seno todo disentimiento es delito y la expulsión su corolario. Pero como en el caso de AD, ese modelo de partido (leniniano), es incompatible con una sociedad democrática y abierta. Esa contradicción, que en AD tardó algunas décadas -las de su juventud y madurez-, en transformarse en crisis, ya en menos de cinco años tiene al MVR pudriéndose antes de madurar.
En Bolívar, Anzoátegui, Monagas (y lo que falta), las bases se rebelan contra las imposiciones del caudillo. La democracia es un antídoto contra el cual no hay veneno que valga.