Las vacaciones de un profesor universitario, por Tulio Ramírez
Twitter: @tulioramirezc
«Llegaron las vacaciones, ahora a planificar lo que haremos para disfrutarlas con la familia». No se rían, esto no es una chanza. Entiendo que pueda parecer una de las tantas expresiones cargadas de ironía que vociferan los profesores universitarios después de haber recibido el mísero Bono vacacional marca Onapre, pero en este caso no es así.
Cuando escuché esa expresión de boca de un profesor muy serio, ajeno a los dobles sentido y a la ironía como recurso para expresar su descontento, asumí que por fin se había relajado y reconciliado con ese humor que a los venezolanos les hace llevar la vida más llevadera.
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Pero no, la cosa era en serio. Me aseguró ese profesor que estas vacaciones de agosto tenía pensado «disfrutarlas como nunca», ya que no iba a permitir que el plan para destruir a la universidad, le destruyera también su vida personal y familiar. «Este se sacó el gordo de la lotería y lo tiene escondido», pensé. Nadie puede hablar así, sin tener «la fuerza suficiente» en el banco para afrontar el desafío.
Me aseguró que no había ganado lotería ni un familiar le había dejado alguna fortuna. Pregunté si había sido contratado como «expertoenloquesea» por un organismo internacional. Me aseveró que no era así, y para evitar más preguntas, se adelantó señalando, «y para que quede claro, tampoco he aceptado la Jefatura de Compras de algún ministerio o ente del Estado». No insistí.
¿Cuál es la fórmula?, ¿con qué posaderas se sienta la cucaracha?, ¿cómo vas a costear esas vacaciones? Respondió, «con pura imaginación». «Debemos reinventarnos», fue lo último que le escuche decir antes de despedirse.
Me quedé pensando. Un Bono vacacional que solo es el 20% de lo recibido el año pasado, no puede ayudar mucho en la tarea de reinventarnos. Son 45 días de vacaciones en los que hay que comer, pagar servicios y ahorrar un repele para la inscripción de los muchachos.
Hay que tener mucha imaginación para vacacionar con tanta miseria. Si él lo podía hacer, me dije, yo también. La imaginación es gratis y creo tener bastante.
Un par de días después tenía un plan perfecto y muy creativo para disfrutar las vacaciones sin requerir más dinero que la miseria aportada por el gobierno de los pobres. Veamos.
La primera semana será de contenido cultural. Iremos a los museos. Me interesa que sepan dónde están ubicados. No entraremos, así me ahorro unos churupitos. Les describiré con detalle cuáles son las obras que exhiben y luego, al regresar a casa, les haré un pequeño examen para ver si aprendieron algo. El propósito cultural se cumpliría y gratis.
La segunda semana iremos de campamento. Conocer Venezuela es una prioridad. Instalaré una carpa en el estacionamiento del edificio y allí pernoctaremos. Pasaremos las noches viendo Google Maps por el celular. Visitaremos de manera virtual todos los lugares turísticos. Como en todo campamento, habrá incomodidades como comer solo dos veces al día. Al final ayuda a la economía del hogar y compensará el gasto de los datos.
La tercera semana será de deportes extremos. A diario subiremos al Ávila. La caminata se iniciará desde nuestra casa, así no gastaré en pasajes. Como buenos deportistas extremos, no compraremos barras energéticas, ni los jugos de naranja que venden en la entrada de Sabas Nieves. El que llegue a la casa del guardaparques beberá el agua de manantial que emana del chorro allí ubicado. Todo sin costo alguno.
La cuarta semana será dedicada a desarrollar las habilidades sociales. Los enviaré cada día a visitar a alguno de sus primos. Pasar un día completo con sus tíos, estrechará lazos y creará un sentimiento de familiaridad que se ha venido perdiendo por el distanciamiento físico. Los pasaré recogiendo una vez me asegure que hayan cenado.
La quinta semana la dedicaríamos a disfrutar del Caribe. Iremos a Macuto en buseta y comeremos suculentas y frescas sardinas enlatadas. Sol, playa y arenita como en los viejos tiempos, pero a menor costo.
La sexta semana iremos de visita a los parques, pero no a los de Disney. Observarán cuales son los tipos de helados más comprados por los niños, y harán un gráfico según el sexo y edad de los consumidores. Si lo hacen bien, les daré mis felicitaciones. Más no puedo porque no hay real.
En septiembre, cuando retorne a la universidad, me enteraré de la manera como mi colega resolvió el tema de las vacaciones. Ah, por cierto, se me olvidaba, ya estoy planificando las de diciembre.
Tulio Ramírez es abogado, sociólogo y Doctor en Educación. Director del Doctorado en Educación UCAB. Profesor en UCAB, UCV y UPEL.
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