Lección magistral, por Simón Boccanegra

El gran jurisconsulto Iván Rincón nos dio ayer una lección magistral, urgiendo a combatir la corrupción y definiendo las bases sobre la que esta se sustenta. Dijo el sabio maracucho que para enfrentar la hidra de la corrupción es preciso atacar “la desidia, la burocracia, la discrecionalidad en manejo arbitrario y antidemocrático de la información pública, el uso indebido de funciones, el encubrimiento de delitos”. Por un instante pensé que el magistrado Rincón, con la misma valentía y ausencia de toda ambigüedad que demostró el 11 de abril, embestía ahora contra prácticas habituales en la administración pública, haciendo el retrato hablado de sus protagonistas.
Más aún, creí ver un cierto tonito autocrítico en eso del “uso indebido de funciones”. Pensé que se refería, por ejemplo, a las recientes designaciones que hizo el TSJ en el CNE. Pero después me di cuenta de que no era así y que esas palabras no eran sino el rutinario y banal homenaje que el vicio rinde a la virtud en las ocasiones prosopopéyicas. Cuando dijo que el incremento de 20 a 32 del número de magistrados del TSJ está “justificado debido al elevado número de causas que se ventilan en las salas” sentí que los corruptos de a pie no tienen nada que temer mientras estén protegidos por la coraza del cinismo de los de arriba.