Lecciones aprendidas, por Pablo Andrés Quintero M.
Twitter: @Pabloquinterove
Diálogo, negociación, estrategia y comunicación.
El diálogo y la negociación, dos herramientas necesarias para el ejercicio de la política y muy útiles bajo cualquier contexto. Ambas requieren de moderación y una necesaria dosis de racionalidad con estrategia para poder funcionar y darle solución a un conflicto. Cuando uno o más actores políticos eligen un camino distinto al diálogo y la negociación es porque cuentan con la fuerza y los recursos suficientes para optar por la guerra o la confrontación como forma de hacer política y ya en este punto, tanto el comportamiento como el lenguaje son beligerantes.
Más allá del diálogo y la negociación, la elaboración de una estrategia como punto de partida es vital para alcanzar cualquier objetivo. Si se deja a la improvisación el accionar político o se pone en manos de otro, es probable que todo salga mal.
En la mayoría de los casos, siempre gana en la lucha por el poder aquel actor político cuyos movimientos partan de una acción estratégica. También es importante conocer la naturaleza del adversario, el contexto y sobre todo las capacidades y limitaciones propias. Si eres oposición eres oposición, si eres gobierno lo demuestras ejerciendo el poder.
La comunicación, el uso de las palabras para trasladar información, para articularse y alcanzar una sólida organización. Una coalición política mal comunicada se vuelve vulnerable y predecible. Sin una buena comunicación hay caos, hay ruido, hay desinformación. La mayoría de las organizaciones políticas en el mundo actual hacen un esfuerzo por mejorar sus comunicaciones, presenciales y digitales, aquellos que ignoren la necesidad de modernizar sus equipos de comunicación correrán el riesgo de que su adversario sea quien marque la agenda.
Derrotas huérfanas y el “Poncio Pilatos”.
La retrospección política más que necesaria es obligatoria para entender el fracaso de los actores políticos y las causas que movieron sus decisiones. Desde 2019 gran parte de la oposición condenó la existencia de un posible diálogo y negociación con el gobierno nacional, bajo la tesis de la hecatombe económica y el apoyo norteamericano de aquel momento, muchos optaron por la repetición del mantra “cese de usurpación, gobierno de transición y elecciones libres” sin tener en cuenta la fragilidad interna que existía en la oposición y la ausencia de estrategia en suelo venezolano.
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Hoy la política es totalmente diferente, el viento sopla en otra dirección. Ya no es conveniente para algunos y coloquialmente los ciudadanos están en lo suyo, en su agenda no política partidista, sino de trabajo, supervivencia y planificación familiar. Quienes prometieron salidas rápidas, tik tak y un “maduro vete ya” decepcionaron a la mayoría, incluso a la comunidad internacional cuyos apoyos se han reducido considerablemente. La eterna y acostumbrada subestimación del adversario, falta de estrategia y malas decisiones generaron este terrible resultado.
Es normal que en política exista un auge y caída de los actores cuando estos fracasan, lo que si no es normal es que ante tantos fracasos no exista un reconocimiento, una explicación y un proceso de reflexión.
La pérdida de confianza de la gente hacia la oposición se deriva en la falta de comunicación y rendición de cuentas. Por supuesto, los desaciertos también influyen, sobre todo si estos son repetitivos y anticipados, tal es el caso del referendo revocatorio del presente año. Todos se lavaron las manos.
Realidad o ficción. Un poco de psicoterapia política
El poder político no es un adorno, no es un accesorio o cuenta de tuiter. La política siempre debe construirse bajo realidades y no sobre anhelos, si se quiere llegar a buen puerto. Hoy vemos que no basta solo con parecer y ostentar de simbología y buenas fotografías, en este juego es necesario ser y ser significa ejercer poder, utilizarlo y cambiar cosas a través de él. No puedes ser oposición y autoproclamarte como gobierno al mismo tiempo, esta actitud irresponsable denota simple conveniencia política e interés particular, ignorancia y falta de preparación suficiente para asumir un cargo público.
Para avanzar en la construcción de una alternativa política real y tangible, percibida como posible por todos, es obligatorio desarrollar previamente algo de “psicoterapia política”. Retrospección, reflexión, reconocimiento de errores y del estado mental de los actores, nosotros, ellos y aquellos. Eliminar el sesgo de confirmación y aquellos síntomas de narcicismo político son otra de las cosas necesarias para lograr cambios internos. Gran parte del conflicto político de la oposición venezolana está en sus propias carencias, en su falta de autorreconocimiento, su pérdida de identidad, venezolanidad, autoestima y algo de endorfinas. Los venezolanos por desgracia hoy tienen una oposición deprimida, llena de miedos e inseguridades.
Activismo e investigación. Adiós al “Olfato político”.
Después de experimentar tantos desaciertos durante muchos años, cualquiera que aspire a crecer dentro de su organización de oposición deberá diferenciarse del resto y diseñar su propia identidad. La gente por instinto de supervivencia humana piensa en el futuro, en lo que vendrá, para bien o para mal. Las nuevas generaciones desean una conducción moderna, honesta, aspiracional y con formación política. Líderes que representen nuevos caminos, formas y lenguajes, personas capaces de hacer política de forma diferente, con lógica, sentido y responsabilidad.
Uno de los grandes problemas de la oposición venezolana ha sido utilizar las mismas herramientas obsoletas durante años para entender al ciudadano de hoy. La gran mayoría sustituyó la demoscopia y la investigación por el famoso “olfato político” generando como consecuencia una discordancia entre la clase política y los venezolanos. La gran mayoría de la dirigencia tanto del chavismo como de la oposición se dedicó a leer el conflicto poniendo sus ojos en otras agendas menos en la del venezolano. Hoy la gente se siente sola, traicionada, cansada y desatendida. Esto se puede traducir como un estado de desafección política.
Se reconecta con activismo. Los partidos políticos deberán entrenarse bajo nuevas modalidades, en ambientes no exclusivamente electorales y bajo condiciones propias de un sistema con múltiples crisis.
Estas organizaciones no pueden estar en cuarentena, necesitan del contacto directo, de la conversación permanente y del roce social. En estos tiempos la transversalidad debe instalarse como nueva forma de hacer política. La nueva dirigencia debe trabajar aquí y no depender de una circunstancia electoral o de un apoyo internacional.
Hay mucho por hacer y herramientas que aplicar. El cambio político no se autogestiona, se construye. Sería un error esperar el próximo proceso electoral para comenzar de nuevo. Ahora la única opción que tenemos sobre la mesa son nuestras propias lecciones aprendidas, la tarea es de nosotros mismos.
Pablo Andrés Quintero M. es Politólogo. Consultor político & asesor de comunicación. Profesor de la UCV.
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