Lecciones de Corea del Sur para controlar el Covid-19, por Marino J. González R.
En este momento, de los diez países con más casos de coronavirus (covid-19), Corea del Sur tiene la tercera tasa de letalidad más baja del grupo, solo mayor que las de Alemania y Estados Unidos. Esto significa que, por cada 100 casos de la enfermedad, se registran 1,3 defunciones en Corea del Sur. Esta tasa es siete veces menor que la de Italia y cinco veces menor que la de España.
También debe señalarse que países con mayor poder de compra per cápita que Corea del Sur, como el Reino Unido, Francia y Suiza tienen mayores tasas de letalidad por covid-19.
De tal forma que la diferencia en desempeño debe estar basada en la manera de hacer las cosas, más que estrictamente en los recursos disponibles.
Para tener una idea del impacto de las medidas de control tomadas por Corea del Sur en el primer mes de epidemia, se puede comparar con lo experimentado por Brasil en un período similar. El primer caso de covid-19 en Corea del Sur fue diagnosticado el 20 de enero de 2020. Para el 19 de febrero se habían reportado 31 casos.
En Brasil se reportó el primer caso el 26 de febrero. Si la evolución de casos hubiera seguido la tendencia de Corea del Sur, entonces Brasil tendría para la fecha 120 casos (haciendo el ajuste por la diferencia en población). Sin embargo, al día de hoy el número de casos de Brasil es 1980, es decir, 17 veces más que Corea del Sur. Es evidente que, en esta tendencia, no muy diferente a la experimentada en otros países de América Latina, la progresión de casos será dramática.
Es fundamental, en consecuencia, a partir de la experiencia de Corea del Sur, extraer con la mayor urgencia los aprendizajes que pueden aplicarse en América Latina. Al menos cinco lecciones son de gran relevancia.
La primera corresponde a la preparación antes de la aparición de la pandemia. Corea del Sur fue afectada por las epidemias de SARS (2002-2003) y MERS (2012). Como resultado, el país actualizó la legislación para incorporar innovaciones en el tratamiento de las cuarentenas y aislamientos, y modernizar los procesos de toma de decisión en el manejo de epidemias. También se establecieron mecanismos para la movilización de recursos para el sistema de salud en emergencias, y se otorgó prioridad a la formación de recursos humanos en epidemiología y enfermedades infecciosas.
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De la misma forma, se mejoró la vinculación entre el gobierno nacional y los gobiernos locales y el sector privado. En consecuencia, la notificación por parte de China a finales de 2019 de la epidemia de covid-19, fue asumida por Corea del Sur en mejores condiciones institucionales que en las anteriores epidemias por otros coronavirus. En líneas generales, los sistemas de salud de América Latina no están en condiciones comparables para enfrentar estas situaciones. No tanto por los recursos que ello supone, sino por la previsión de estos aspectos en el mediano plazo.
La rápida respuesta de Corea del Sur en los primeros días de este año, cuando todavía no se habían registrado casos en su territorio, es la segunda lección a tomar en cuenta. El gobierno consideró a la ciudad de Wuhan como área de propagación de casos de Covid-19. Se inició la realización de controles de temperatura y síntomas respiratorios a las personas procedentes de esa ciudad. También se definieron los protocolos a ser seguidos luego de la detección de casos y se constituyó un comité para liderar la emergencia dependiente del Centro de Prevención y Control de Enfermedades de Corea del Sur.
Pocos días después se amplió esta previsión a todas las personas provenientes de China. Otra medida clave fue el contacto del gobierno nacional con las empresas que pudieran elaborar las pruebas para diagnóstico de Covid-19.
Como resultado, el país generó la capacidad para producir 100.000 pruebas diarias, al punto que en este momento se pueden exportar a 17 países. En otras palabras, la búsqueda de casos fue asociada con la consiguiente toma de decisiones.
En América Latina, los casos de Covid-19 comenzaron a ser diagnosticados a finales de febrero de este año. En el escenario más positivo, esto significaría que estaban en ejecución los respectivos protocolos para la detección de casos. Sin embargo, los acontecimientos de las últimas semanas, especialmente el aumento exponencial de los casos, y las noticias sobre la limitada disponibilidad de pruebas, indica que las previsiones no fueron tomadas para realizar el rápido despistaje de casos.
También sabemos que, en la primera semana de marzo, cuando solamente se habían reportado 15 casos en toda la región, nueve ministerios (sobre un total de 20) no habían colocado en las respectivas páginas web los protocolos para el tratamiento clínico de los casos. Una semana más tarde ningún ministerio de la región tenía colocado en las páginas web el plan adecuado para enfrentar la pandemia.
De manera que, en la gran mayoría de los países de la región, se empieza a registrar este aumento extraordinario de casos sin haber cumplido las fases anteriores. El hecho de que el diagnóstico de casos haya ocurrido casi dos meses después de la notificación de la epidemia por parte de China, significa que se contó con tiempo prudencial para haber diseñado los protocolos y planes. Esa era la “ventana de oportunidad” a la cual se refería insistentemente la Organización Mundial de la Salud (OMS). Lamentablemente, tal pareciera que esa ventana no fue aprovechada adecuadamente.
Estos rezagos pueden explicar las condiciones en las cuales los sistemas de salud de la región empiezan a enfrentar la aparición de casos. En Corea del Sur la preparación detallada facilitó que el sistema de salud identificara los primeros casos y dispusiera las medidas de aislamiento y cuarentena de contactos, complementado con la realización masiva de pruebas diagnósticas.
Los brotes que se presentaron en algunas ciudades fueron controlados rápidamente con la aplicación de restricciones del transporte público, cancelación de eventos sociales, retraso en el comienzo de las actividades escolares.
Los resultados de las pruebas diagnósticas permitieron separar a los pacientes con sintomatología moderada en servicios de salud para esa condición, con lo cual se pudo reservar los servicios de mayor complejidad para los pacientes complicados. El efecto combinado de estas medidas puede explicar la baja tasa de letalidad ya señalada.
En el caso de América Latina, la tasa de crecimiento de los casos indica que la posibilidad de seguimiento de contactos está superada en las primeras de cambio. De allí que sea urgente dar prioridad a estas actividades. Esto significaría tomar medidas urgentes para incorporar personal de salud que pueda identificar contactos y obtener las muestras para la confirmación de diagnósticos. Es bastante evidente que la calidad de este proceso es lo que determinará el tiempo de control de la pandemia, incluso con la realización de cuarentenas como ya existe en varios países.
Una cuarta lección de Corea del Sur ha sido el desarrollo de alternativas tecnológicas (aplicaciones, mecanismos prácticos para la realización de las pruebas diagnósticas, entre otras) que ha permitido vincular la información de cada persona al seguimiento de la pandemia. En este aspecto los gobiernos de la región pueden implementar programas de cooperación con empresas y universidades. En la medida que se pueda identific3ar caso a caso, contacto a contacto, y que el manejo de esa información esté vinculado a la toma de decisiones, aumenta las posibilidades de mejorar el control.
Facilitar información a la población de manera continua y rápida, es la quinta lección de Corea del Sur. Esto supone que los gobiernos, organizaciones sociales, empresas, servicios de salud públicos y privados, universidades, promuevan la generación y utilización de información que permita controlar la pandemia. Algunos países de la región tienen excelentes antecedentes en estas iniciativas, su aplicación al ámbito específico de la pandemia por covid-19 es quizás una de las tareas más apremiantes en la región.
En la actualidad, dada la evolución de la pandemia en cada uno de los países de la región, las perspectivas son preocupantes. La experiencia exitosa de Corea del Sur es referencia de utilidad para que cada país tenga a la brevedad una estrategia definida, práctica, con la respectiva asignación de recursos, que evite la mayor cantidad de casos, muertes y sufrimiento en América Latina.