Lecciones de las transiciones democráticas en el siglo XXI, por Marino J. González R.
En lo que ha transcurrido del siglo XXI solo seis países han logrado transiciones democráticas exitosas. La base de datos del programa de investigación «Variedades de Democracia» (V-Dem), desarrollado desde hace varias décadas por la Universidad de Gotemburgo, Suecia, permite identificar la evolución de esos países con respecto al Índice de Democracia Liberal (IDL). Esta base de datos se encuentra disponible en el respectivo sitio web de V-Dem.
En las columnas de las últimas semanas se han analizado los rasgos más significativos de la transición democrática en estos seis países: Perú, Nepal, Gambia, Lesoto, Timor-Oriental, y Seychelles. En el siguiente gráfico se muestran las rutas de democratización de cada uno de ellos.
Países con transiciones democráticas exitosas en el siglo XXI
2000-2023
Fuente: Varieties of Democracy (V-Dem)
El examen de estas experiencias de transición democrática permite identificar cuatros factores críticos. Esto es, condiciones que tienden a aparecer con frecuencia como catalizadores de estos procesos. No significa que todas estas condiciones deben cumplirse, sino que la interacción entre ellas permite favorecer el paso a la democracia.
El primer factor crítico es la demanda creciente de la población en los países por superar las autocracias. Esto se expresa a través del clima de descontento general por los efectos en las condiciones políticas y en la situación de bienestar de la población. Este factor está presente en países de distintos continentes, culturas, contextos poblacionales y geográficos.
La canalización de estas demandas requiere la intervención de otros tres factores, a saber, (1) las alianzas políticas de los sectores opositores, (2) la existencia de una coyuntura institucional que promueva el inicio de los cambios, y (3) la acción concertada de actores internacionales.
Las alianzas políticas se pueden realizar entre partidos, como en el caso de Perú, o incluyendo sectores de la sociedad civil como en Nepal. Lo fundamental es que la consolidación de estas alianzas permite establecer objetivos comunes para el inicio y el sostenimiento de la transición. La cohesión y sostenibilidad de estas alianzas políticas determina la efectividad de la transición. De hecho, estos aliados en la oposición se convierten en los actores centrales para las tareas del nuevo gobierno.
El inicio de la transición está asociado con una coyuntura institucional que permita cristalizar la tendencia democratizadora. En Perú esta coyuntura fue la realización de elecciones que generaron una secuencia de eventos, facilitados por el control del Congreso por la oposición surgida de esos comicios. En el caso de Nepal fue la supresión del poder legislativo que ameritó la aparición de un vasto sector opositor organizado. En Timor-Oriental fue el respaldo de Naciones Unidas para la realización de un referéndum para decidir la independencia de Indonesia. En Gambia fue la realización de elecciones con el consiguiente desconocimiento de resultados, lo cual generó la confluencia de la reacción nacional con la presión internacional. En Lesoto y Seychelles los cambios en los sistemas electorales dieron paso al establecimiento de gobiernos de base democrática.
La dimensión internacional juega un rol de alta relevancia para favorecer las condiciones de democratización. En el caso de Perú fue la instalación de la Mesa de Diálogo con el patrocinio de la OEA. La alianza de la Comunidad Económica de África Occidental fue de especial influencia en el reconocimiento de los resultados electorales en Gambia, y la apertura democrática consiguiente. La relevancia estratégica de Seychelles como país de encuentro de múltiples intereses internacionales influyó en la búsqueda de reformas electorales que permitieran la renovación y apertura del marco político.
La articulación estratégica de estos cuatro factores (demandas democráticas, unidad de los sectores opositores, coyuntura institucional, y el apoyo internacional) puede aumentar las posibilidades de transición democrática. Sin embargo, las condiciones particulares de las autocracias, especialmente aquellas que alcanzan severos deterioros institucionales y de derechos humanos, pueden presentar restricciones significativas.
Queda bastante claro que alcanzar o restaurar la democracia es mucho más que actos declarativos o emociones, responde más bien a esfuerzos sistemáticos y estratégicos que requieren altas dosis de apertura, visión de conjunto, y habilidad para acordar e incluir.
*Lea también: Lecciones de la transición democrática de Seychelles, por Marino J. González R.
La experiencia global en lo que va del siglo XXI demuestra que llegar a la democracia es fundamentalmente una travesía de comprensión histórica, propósito de coincidir, capacidad para construir en conjunto, y una gran dosis de tesón.
Marino J. González es PhD en Políticas Públicas, profesor en la USB. Miembro Correspondiente Nacional de la Academia Nacional de Medicina. Miembro de la Academia de Ciencias de América Latina (ACAL).
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