Libertad para Iván Simonovis, por Simón Boccanegra
El ensañamiento contra Iván Simonovis ya desborda todo límite. De hecho, resulta inexplicable, a menos que haya algún interés particular, una venganza de alguien, que le cobra al comisario quién sabe qué agravio y que permitiría entender, pero no justificar, el largo y cruel cautiverio a que ha sido sometido.
En este país, en el siglo XIX, plagado de guerras civiles, los jefes de facción entraban y salían de las cárceles con no poca frecuencia, pero no se puede recordar ninguna prisión política que haya alcanzado largos años. Fue el tirano Gómez quien impuso los carcelazos infinitos, durante los cuales algunos de sus presos fallecían cargados de grillos, en las tenebrosas mazmorras gomeras.
Posteriormente, ni siquiera durante los años de la lucha armada, en la década de los sesenta del siglo pasado, los prisioneros políticos se pudrían en las cárceles. Por eso, asombra e indigna el trato que se viene dando al comisario Iván Simonovis, quien, para colmo, no tuvo participación, ni activa ni pasiva, en los aconteceres del golpe del 2002.
Corre el rumor de que el gobierno, en particular el presidente Maduro, estudia la posibilidad de una medida de gracia que libere a Simonovis. Ojalá sea cierto.
Ese no es un preso de Maduro y una medida suya. Poner en libertad a Iván Simonovis, sería recibido con beneplácito. Con ello se indicaría una disposición a cancelar el largo lapso de confrontación política muchas veces excesiva que hemos vivido. A la libertad de Simonovis, debería seguir la liberación de los demás presos políticos y tanto gobierno como oposición podrían asumir el periodo venidero sin la hipoteca de esos presos. El clima político del país no es hoy el del enfurruñamiento de todos los años anteriores y bien seguro que Venezuela agradecería un gesto que dé piso aún más firme al empeño de vivir la confrontación política en términos civilizados.