Líderes arrogantes: ¿nocivos o no?, por David Somoza Mosquera
Twitter: @DavidParedes861
No es fácil evaluar cuáles son las verdaderas cualidades de un líder y estas se tienden a confundir, al extremo de que hay personas que se sienten atraídas por la confianza arrogante que exhiben algunos. Sin embargo, como bien ha sido documentado, la arrogancia es a menudo un signo de debilidad y quienes la ostentan crean lugares de trabajo tóxicos y toman decisiones que ponen en riesgo a los demás.
En una entrevista publicada en Executive Excellence en el mes de noviembre, Amy Edmondson, recién nombrada mejor pensadora de management, encabezando el 2021 Thinkers50 Ranking, y Tomas Chamorro-Premuzic, otro experto en el tema, aseguran que “la arrogancia en los líderes y la seguridad psicológica a nivel organizacional están correlacionadas negativamente; en cierto modo, se repelen o suprimen mutuamente”.
Edmondson advierte que mientras se siga confundiendo la confianza con la competencia, “acabaremos teniendo demasiadas personas ineptas que consiguen engañar a los demás actuando de forma asertiva, autocomplaciente y vanidosa”.
Según su opinión, el único antídoto para detectar a los líderes arrogantes es sospechar del exceso de confianza. “Si alguien habla todo el tiempo, sobre todo de sí mismo, o se detiene en sus logros y habilidades en lugar de expresar su interés por los demás, pregúntate: ¿se trata de estilo o de sustancia?”, refiere.
Para Chamorro-Premuzic, la arrogancia no es más que la exageración de la propia valía o importancia, por eso un líder arrogante piensa demasiado en él. “Esto puede entenderse como un intento deliberado de compensar los déficits o defectos autopercibidos”, agrega.
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Ahora bien, más allá de estas características descritas por ambos especialistas, los líderes arrogantes son, en definitiva, un peligro para cualquier empresa. Fantasean o perciben que sus talentos superan a los que en realidad tienen, o a los talentos de terceras personas y esto puede crear conflictos dentro de una compañía y afectar incluso la buena marcha de los negocios.
Ciertamente un líder tiene que ser seguro de sí mismo, asertivo y autosuficiente. Esto se requiere para poder sortear exitosamente los obstáculos que se les presentan bien sea en lo personal como en lo laboral, y escalar la estructura jerárquica de una empresa. Sin embargo, estas cualidades suelen adjudicárseles a los líderes arrogantes.
Para poder liderar de manera efectiva un equipo de trabajo es necesario inspirar y apoyar a los demás, lo cual nada tiene que ver con ese jefe que todo lo puede y no necesita de nadie. Es necesaria la empatía y la humildad, pero desafortunadamente la mayoría de las personas en el entorno empresarial no consideran a esta última como una virtud, sino como una limitante.
La humildad la relacionan con tener carácter débil, repleto de sumisión, dejadez o rendición, y nada más lejos de la verdad. La humildad no es debilidad, sino fortaleza y para lograr cosas importantes en el trabajo hay que entender que ninguna persona sola es lo suficientemente capaz y/o experimentada para cumplir ese propósito.
Así que en la mira de las compañías deberían estar esos líderes humildes y no aquellos que avasallan con su arrogancia. ¿Son nocivos? Sin duda que sí.
David Somoza es especialista en temas de negocios y manejo de capital humano.
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