Líderes que no hacen ruido, por David Somoza Mosquera
Twitter: @DavidParedes861
Si en algo coinciden las compañías es que la personalidad del líder tiene un impacto directo en el éxito o no de los negocios. De allí que exista el convencimiento de que los extrovertidos son mejores líderes. Por eso, la tendencia hasta ahora ha sido que las empresas se fijen en personas con una personalidad fuerte o «ruidosa» para ocupar los cargos directivos. Resaltan por unos rasgos muy específicos: son enérgicos, carismáticos, influyentes, dominantes, decisivos, seguros y apasionados.
Así que, basándonos en ese patrón, el líder «perfecto» es aquel que posee la capacidad para ejercer el control, tiene soluciones rápidas y una agilidad mental envidiable. Sin embargo, Jacqueline Baxter, profesora de Política y Gestión Pública de la Universidad Abierta de Reino Unido, no comparte esa opinión y asegura que los «ruidosos» no siempre son el jefe ideal.
«Mira a los líderes que te rodean. ¿Ves a personas tranquilas, razonables, que escuchan y hacen juicios después de haber reflexionado? ¿O ves algo muy diferente?», pregunta en un artículo que publicó BBC News Mundo en marzo de este año.
Como bien lo asoma Baxter, es posible ver algo «muy diferente». Sin embargo, las empresas suelen dejar de lado o no observar otros tipos de rasgos, como la humildad, la escucha o el pragmatismo, que son propios de los llamados líderes «silenciosos».
Baxter comenta que la gran mayoría de líderes son extrovertidos y están sobrerrepresentados en los puestos de liderazgo. «Un estudio encontró que un increíble 98% de altos ejecutivos obtenían una puntuación ‘muy alta’ o ‘por encima del promedio’ en la escala que mide el nivel de extroversión», expresa la académica.
Harvard Business Review también evidenció la preferencia que existe hacia los líderes «ruidosos». En un artículo publicado en 2010 —no es de reciente data, pero resulta bastante revelador— indica que 96% de los gerentes y ejecutivos exhiben personalidades extrovertidas, según un estudio de 2009 de 4.000 gerentes en las industrias estadounidenses.
«Cuanto más alto vaya en una jerarquía corporativa, más probabilidades se tendrá de encontrar individuos altamente extrovertidos», señala.
Si bien Baxter aclara que «la gente en general no está satisfecha con sus líderes» extrovertidos, eso no basta para revertir una creencia que está sumamente arraigada y es que las personas más tranquilas no tienen las cualidades de un buen líder. Y nada más lejos de la realidad. Los líderes introvertidos pueden ser incluso mejores jefes y más eficientes y eficaces.
Desde un tiempo para acá los líderes «silenciosos» han logrado abrirse camino con bastante esfuerzo y venciendo esa fuerte resistencia que existe. Eso ha permitido comprobar las cualidades que poseen y que pueden resultar muy beneficiosas para el negocio, concretamente lo referido a su manera de abordar la solución de los problemas y la dirección de los equipos y las compañías.
Son más reflexivos —escuchan y procesen las ideas en profundidad antes de actuar en consecuencia— y más propensos a dar crédito a los miembros del equipo por sus propuestas y desempeño. También tienen una gran capacidad de reconocer los errores y corregirlos y están más abiertos a los cambios.
Ahora, no se trata de sustituir unos perfiles de liderazgo por otros. Sin duda, los líderes extrovertidos tienen importantes puntos a su favor, pero en un entorno dinámico e impredecible, como las crisis, los introvertidos suelen ser más efectivos. En ellos sobresalen cualidades como la integridad y la resiliencia, que son claves en un contexto de incertidumbre.
De manera que a las empresas les puede resultar conveniente tomar más en cuenta los rasgos silenciosos —esto no significa que los fuertes se descarten— para alcanzar un equilibrio y encontrar al mejor líder. Al final, el propósito debería ser empoderar a los líderes, incluso a los que no hacen ruido.
David Somoza es especialista en temas de negocios y manejo de capital humano.
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