«Liquidar al enemigo», por Simón Boccanegra
Estos ñángaras de ahora (me refiero a los miembros del PCV) están más momificados que Tutankamón. Seguramente están esperando la confirmación de la noticia de que el Muro de Berlín fue derrumbado y de que la Unión Soviética desapareció.
Probablemente, porque la esperanza es lo último que se pierde, confían en que el ex coronel de la KGB, Vladimir Putin, capo de una autocracia mafiosa, que rige los destinos de un capitalismo archisalvaje, restituya el antiguo imperio soviético.
Por ahí salió uno de estos comunistas, aspirante a cabo de presos en un campo de concentración, diciendo que «en una lucha la tendencia es liquidar al enemigo y si en nuestras manos estuviera esa posibilidad, no dudaríamos en liquidarlo».
¿Qué tal? Yo no sé cuántos partidos comunistas quedan todavía en el mundo. Creo que se pueden contar con los dedos de las dos manos y sobran dedos. ¿Se habrán preguntado alguna vez estas lumbreras comunistas criollas cómo fue posible que toda una sociedad, no sólo un régimen político, sino una estructura económica y social, se desplomara sin un solo tiro? Hay una frase de Marx, que repiten como loros porque la creen el resumen de la filosofía revolucionaria, esa de que «la violencia es la partera de la historia», que si por algún fenómeno histórico ha sido negada es precisamente por el derrumbe del mundo soviético. Ese parto histórico no necesitó de fórceps ni de ninguna otra forma de violencia.
Se cayó solito porque era tan inhumano, tan contrario a los fueros de la humanidad, tan estúpido en sus concepciones económicas y en su visión totalitaria de la vida, que no resistió ni un soplido de la historia. Pero este minicronista no estaría preocupado si el asunto se redujera a nuestros patéticos ñángaras criollos. Lo inquietante, sin embargo, es que eso de «liquidar a los enemigos» lo repite mucho un tipo que, casualmente, es presidente de la República.
