Lo que no quieren que sepamos, por Teodoro Petkoff
Nunca ha habido en nuestro país un gobierno y/o un régimen menos transparente que el actual. Sus jefes poseen una maña que es posible calificar de paranoica, que es la del secretismo. Todo lo ocultan, todo lo taparean, jamás asumen la responsabilidad de sus actos, las culpas siempre son de otros, sus funcionarios raras veces proporcionan información que el público tiene derecho a conocer y es su deber suministrar. No es un gobierno sino un grupo de conspiradores, siempre tramando cómo engañar al país.
Recién nos enteramos, gracias a la acuciosidad de El Nacional, de la existencia de un informe elaborado por el Instituto Nacional de Estadística (INE), ordenado por la Vicepresidencia de la República, a partir de una llamada «Encuesta Nacional de Victimización».
Los resultados de ésta, conforme a la filosofía secretista del régimen, no fueron hechos públicos, tal como era deber del gobierno. La razón de ese entaparamiento es obvia desde la óptica de Chacumbele y sus acólitos.
Los números, que destilan sangre, trazan un cuadro realmente aterrador sobre la expansión de la delincuencia en el país, demostrando la pasmosa incapacidad del gobierno nacional para hacer frente a esta gravísima y perturbadora calamidad pública.
La escueta enunciación de los datos del INE produce escalofríos. En 2009 se produjeron 19.133 homicidios en el país, para una tasa de 75 por cada cien mil habitantes. Este fue el dato que le hizo soltar carcajadas a Rizarrita. Entre julio de 2008 y el mismo mes de 2009 fueron secuestrados 16.917 habitantes de este país. Izarrita no cesaba de reír. Entre los mismos meses de 2008 y 2009, se produjeron un millón 480.349 robos y hurtos. Un millón 826.718 personas fueron víctimas de algún delito entre julio de 2008 y julio de 2009. Tenemos, pues, la triste tasa de 8.400 delitos por cada cien mil habitantes. ¿Todavía tiene ganas de reír el patiquincito de Telesur? Comparándonos con el resto de América Latina, en materia de tasa de homicidios provoca echarse a llorar. Por cada cien mil habitantes, las tasas de homicidio en el continente son las siguientes. Colombia: 37; Brasil: 25; Dominicana: 23; Puerto Rico: 18; Ecuador: 16; Paraguay: 12; Nicaragua: 12; Haití: 11; Panamá: 11; Costa Rica: 7; Estados Unidos: 5; Perú: 5; Argentina: 5; Uruguay: 4; Bolivia: 2; Chile: 1. Citamos aparte a México porque, a propósito de este país, Izarra casi se ahogó de la risa. La tasa de México es de 10 por cien mil, con todo y la guerra entre narcos y entre éstos y el gobierno y es cierto que Ciudad Juárez es más violenta que Caracas, pero se trata de fenómenos localizados, que no alteran significativamente las cifras globales de la sociedad mexicana. En América Latina sólo El Salvador y Honduras están peor que nosotros y en el mundo ocupamos el sexto lugar en ese siniestro ranking de la violencia homicida.
La delincuencia se le fue de las manos al gobierno. Carece de política frente a ella. Es su peor fracaso. Y esconder el fenómeno y disimularlo o minimizarlo no ayuda a dar el primer paso hacia el éxito: la sinergia que produciría un acuerdo entre gobierno y sociedad para el diseño e implementación de las políticas públicas antidelictivas.