Lo tuyo es puro teatro, por Teodoro Petkoff
Autor: Teodoro Petkoff
¿Cómo explicar este operativo de Chávez contra el Banco Central? Lo primero que viene a la cabeza es que se trata de su típico teatralismo demagógico: «Fíjense, aquí estoy yo, queriendo darle dinero a los agricultores, y allá un grupo de burócratas, para colmo neoliberales, que me lo niegan y por tanto se lo niegan al pueblo porque yo soy el pueblo. Si las cosechas salen malas no es mi culpa sino la de Diego Luis Castellanos, Maza Zavala y Armando León». Una segunda explicación, no excluyente de la anterior, es que este pulseo persigue forzar la salida, por renuncia o por presión, de algunos directores para sustituirlos por una suerte de GarcíaCarneiros de las finanzas, que brinden incondicionalidad y no discutan.
¿Qué pasaría económicamente si Chávez lograra quebrar la voluntad del Directorio del Banco Central? Ese «millardito» de dólares sería apenas el pago del peaje en la autopista que condujo a la Argentina de la hiperinflación. Porque después del primer millardito, una vez desvirgado el Banco Central, nada impediría pedir más. Como esos dólares deben ser convertidos en bolívares para su uso interno, la economía sería atosigada con billones y billones de bolívares inorgánicos, con terribles efectos inflacionarios en un país donde ya la inflación de los dos últimos años ha girado en el entorno del 30% -a lo cual no ha sido ajeno, por cierto, el abundante dinero inorgánico puesto en circulación mediante la utilización de las ganancias cambiarias, que también fueron despalilladas con pretextos chimbos como los de aquella inefable «sobremarcha».
También entonces se nos dijo que esas «ganancias cambiarias» eran del pueblo y que debían ser utilizadas para financiar proyectos de interés general.
¿Qué fue de esos proyectos? Sal y agua, pero quedó la inflación, potenciada, a su vez, por la devaluación -otra hazaña de la política económica chavista. ¿Ficción? Otros países ya pasaron por esa experiencia.
Pero, aquí no terminaría todo. El escenario podría ser peor aún. La gente, enterada de que el gobierno puede a entrar a saco en las reservas, correría, más de lo que ya lo está haciendo, a transformar sus bolívares en dólares, llevando la tasa de cambio «negra» a niveles siderales, arrastrando consigo las tasas de interés a dimensiones infernales. La hiperinflación estaría tocando con un garrote a las puertas de la nación. Hiperinflación significa licuación de salarios y sueldos (también de deudas, lo cual colocaría al sistema financiero en terapia intensiva), con toda la cauda de miserias que ello comporta.
No sería raro que esta dinámica esté comenzando a ser puesta en marcha por las meras amenazas de Chávez contra el Banco Central.
La historia se complace en astucias sorprendentes. Ha colocado a esas siete personas del Directorio del BCV, armadas tan sólo de la Constitución y de las leyes, como custodios de la frágil frontera que nos separa de lo que podría ser una catástrofe económica si Chávez se saliera con la suya. Cosa difícil, por lo demás, porque la inviabilidad práctica de su pretensión es demasiado gruesa.
Pero ya es un verdadero escándalo que haya convertido un asunto tan serio en «puro teatro», como diría La Lupe, para sus propósitos electorales.