Loquenadito, por Simón Boccanegra
Chacumbele debe estar realmente perturbado y con los nervios de punta. El domingo salió con esa bolsería suprema de «retar» a la oposición a que convoque un referéndum revocatorio. Por supuesto que nadie puede tomar en serio esa pendejada, tal vez ni el propio Chacumbele. Pero es reveladora de su estado de ánimo. Haber tenido que devaluar con un modelo igualito al de Luis Herrera y al de Jaime Lusinchi lo debe tener desconflautado. Tanto nadar para ahogarse en la misma orilla de su denostada «Cuarta República». Giordani salió con una de sus típicas pamplinadas: «la devaluación de hoy se diferencia de las anteriores en que coloca al hombre en primer lugar». Sí, en el mismo primer lugar de siempre: el de tener un ingreso con menor capacidad adquisitiva. El lugar de pagar todo más caro. Además, la expansión de la ya escandalosa corrupción será para coger palco. Los ladrones de ahora, estos boliburgueses y trajinadores de notas estructuradas y bonos argentinos, estos cobradores de comisiones pantagruélicas, quedarán como unos robagallinas al lado de los negociados que nos esperan con los tres tipos de cambio vigentes. Lo de Recadi quedará como el recuerdo de un picnic. La manguangua es infinita. Por otro lado, este minicronista confiesa el desconcierto que a veces le produce Chacumbele. ¿Es ignorante de verdad o se hace el ignorante? Dijo que no hay razones para subir los precios. Sería el único caso en el mundo en que después de una devaluación los precios no suben. Un milagro mayor que el de la multiplicación de los panes hecha por Cristo en sus tiempos.