Los actuales Talcualeros despiden a su Director
Los periodistas que integran la redacción de este diario, fundado por Teodoro Petkoff en el año 2000, rinden unas sentidas palabras para homenajear a un hombre que inspiró y sigue inspirando a la prensa venezolana
Hacer TalCual sin Teodoro es como llegar tarde a la mejor fiesta del año. Quienes hoy llegamos a la redacción diariamente y vemos las caricaturas con sus lentes y bigotes, sus portadas, sus editoriales, escuchamos las anécdotas de quienes tanto lo quieren y nos dibujan a Teodoro siendo Teodoro, sabemos la tremenda responsabilidad que nos acompaña.
Pero hacer TalCual sin Teodoro también es descifrarlo y atreverse. Pensar cómo lo haría él, cómo lo diría él, cómo podemos mantenernos hablando claro y raspao. Y esforzarnos por entender cómo seguir contando este país, este momento oscuro, este periodismo que tanto lo necesita.
Es presentarse como periodista de TalCual y saber que viene con la afirmación “sí, el periódico de Teodoro”.
Es entender que nuestro trabajo puede hacer la diferencia y tiene que hacerla.
Y aunque nos embarga esa silenciosa tristeza de haber llegado tarde a esa parte de la historia que otros escribieron junto a él, también nos llena de satisfacción saber que TalCual es su verdadera enseñanza porque, fiel a su genio y figura, Teodoro más que un hombre es su obra.
Gabriela Rojas
Cuando te preguntan dónde trabajas y respondes – en TalCual – es normal escuchar – ¡ah! el periódico de Teodoro – y seguidamente se infla el corazón.
No, No tuve la dicha de conocer a Teodoro, sin embargo, por lo leído y escuchado fue un hombre aguerrido, de izquierda, que reconoció sus errores cuando así le tocó (virtud que pocos tienen), un gran periodista de oficio que no se permitió titubear para decir las cosas y en definitiva siempre habló ¡Claro y Raspao!
Sí, y sobre esa base sólida de hablar de frente y a la cara, sin miedo, siendo frontal pero inteligente, se han dado mis primeros pasos en el periodismo.
Hoy más que nunca estoy orgullosa de decir que vengo de la escuela donde se enseña el periodismo al mejor estilo de Teodoro Petkoff.
Hasta siempre y vuela alto.
Orianny Granados
Cuando yo era estudiante
Yo te conocí en una etapa muy incipiente de mi carrera como periodista. Más bien, era un muchachito que apenas estaba en tercer semestre de carrera y nos habían mandado a hacer un trabajo con una personalidad política. Recuerdo que le pedí ayuda a mi tío y él me dio el teléfono de tu asistente, Azucena.
Le monté un poco de persecución porque teníamos el trabajo ya cerca y al final accediste a atendernos allá en la sede de Boleíta. Todo estaba en actividad en la oficina y tú estabas en tu oficina acristalada a un costado de la misma. Ese escritorio lleno de papeles y tres teléfonos fijos, el monitor… de broma cabías ahí. Nos presentamos y tu tono de voz era fuerte, como regañón, pero al final nos atendiste de una forma súper cordial y nos respondiste todas las preguntas que unos estudiantes de tercer semestre tenían para hacer.
Quién iba a decir que años después trabajaría en lo que era tu pasión en los últimos 18 años y que iba a estar aquí cuando me enteré de tu fallecimiento. No es fácil acostumbrarse a la idea de un mundo sin Teodoro, pero la cosa es que un hombre no muere a menos que le olviden junto a sus pensamientos. Y en tu caso, creo que estás más vigente que nunca. Nosotros tendremos la tarea de propagar lo que dejaste para que los de abajo sepan y conozcan quién fuiste, qué hiciste y cómo influiste en Venezuela, así como en esa entrevista de tercer semestre lo hiciste en mí. ¡Gracias!
Ronald Uribe
No tuve suerte contigo, jefe
No tuve suerte contigo, Teodoro. Cuando comencé a reportear los despachos ministeriales, ya estabas alejado de esas lides. Tampoco tuve la oportunidad de que fueras mi jefe en El Mundo, donde hubiese comenzado a trabajar el 15 de diciembre de 1999 de no haber sido porque en la revista Gerente me aumentaron sustancialmente el sueldo para que me quedara.
A la tercera tampoco fue la vencida. Cuando Maye Primera me ofreció la coordinación de Economía de TalCual, el sueldo -otra vez el sueldo- me hizo declinar la oferta pese querer venirme al periódico en el que siempre quise estar.
Cuando finalmente llegué a TalCual ya te habías alejado. Pero eso no ha sido obstáculo para tutearte y respetarte tanto como a todo un jefe: respeto por el hombre que tuvo la entereza de enfrentarse a sus convicciones y reconocer el error histórico que era el comunismo, que se echó el hombro al país para sacarlo de la postración económica en la que se encontraba, y que dictó cátedra de periodismo.
Porque aun sin tener el título fuiste tan comunicador como el que más. Fundaste un medio en el cual todos queríamos trabajar. Contestario y atrevido, TalCual era todo aquello con lo que soñábamos los formados en las aulas de la UCV con los “ñangaras” que teníamos por profesores, algunos de cuales fueron tus compañeros de luchas cuando la izquierda era de verdad de izquierda.
Hoy ya no estás, pero sigues tan presente como en aquel lejano abril del 2000 no solo porque tus enseñanzas siguen siendo el pilar que sostiene este barco que me ha tocado ayudar a dirigir, sino porque las buenas enseñanzas son como las personas queridas: siguen vivas mientras se les recuerde, y tu huella no se borrará.
Jesús Hurtado
A Teodoro Petkoff nunca tuve el honor de conocerlo personalmente. Mi llegada a TalCual se produjo mucho después de su enfermedad, cuando ya no asistía a la redacción porque su cuerpo ya no estaba en la misma sintonía que su mente.
Desde que recibí la llamada de Xabier Coscojuela, preguntando a una periodista sin tanta experiencia en su haber cuándo podría empezar porque les urgía alguien que hiciera política, me sentí honrada y pensé que iba a trabajar en ese semanario donde Teodoro (como todos le llaman) escribía editoriales geniales y acertados que desafiaban a Hugo Chávez, Maduro y todo su entorno.
Llevar sobre los hombros la labor de seguir reportando «claro y raspao» es una tarea grande, sobretodo si se toma en cuenta que mi referencia de ese personaje, con voz fuerte, centrado, una referencia mundial y que vivió experiencias como para hacer una película, solo se basa en su programa de televisión, entrevistas grabadas y todas las referencias personales que he podido preguntar a propios y extraños.
Me quedo con la espina de nunca haber cruzado palabras con él, aunque, al igual que el resto de los talcualeros, celebro su legado con la mejor de las intenciones: seguir haciendo buen periodismo en TalCual.
Luisa Quintero
Más allá de quién fue Teodoro Petkoff en vida y todo lo que pueda saberse de él. Creo que su legado más valioso es TalCual. Teodoro sabía que desde aquí podía hacerle frente a la barbarie, al totalitarismo y al poder; valiéndose de estos recursos: ética, irreverencia, inteligencia y humor. Sus principios se mantendrán para la posteridad en este diario que, desde sus inicios y hasta ahora, no claudica, ni claudicará. Gracias Teodoro.
Ariadna García
No tuve la oportunidad de entrevistar a Teodoro como ministro de Cordiplan (hoy Planificación). Mi experiencia como reportera de economía comenzó con Maritza Izaguirre como ministra de Hacienda (hoy Finanzas) cuando Hugo Chávez la mantuvo en su gabinete desde febrero 1998 a junio de 1999. Lo vi luego en varias oportunidades en eventos y reuniones sociales y su presencia infundía respeto, temor de hablarle, de meter la pata. “A Teodoro no se le puede llegar hablando de cualquier tema”, pensaba yo. Pero luego de hablar unos pocos minutos, se pasaba el miedo. Yo no dejaba de sonreír cuando salía con una de las suyas a alguien. Así es él, no hay caso. No te arreches.
He vivido la forma en que el chavismo ha coartado la labor de la prensa. Pasé de ingresar casi semanalmente a los departamentos de prensa del Ministerio de Finanzas, del BCV, de la Sudeban, de Fogade para buscar información, a no poder pisar ni siquiera la recepción de cada uno de sus sedes. Si el Minci no lo autoriza, estás frito. Por eso cuando me tocó redactar una nota sobre cómo fue Teodoro con la prensa siendo ministro, resalté la relación directa, abierta y hasta en ocasiones fuerte con los periodistas. Teodoro atendía, informaba, daba noticias a todos los periodistas fueran de un medio oficial o privado, venezolano o extranjero. Si no tenía qué decir, los periodistas sabían que realmente no había noticia. Pues nada Teodoro, me perdí esa.
Ahiana Figueroa
La huella de Teodoro : El primer registro en mi memoria de Teodoro Petkoff se remonta a los afiches de propaganda electoral sobre algunas de sus candidaturas presidenciales. El hombre de lentes y con bigote aparecía en la mayoría de los mensajes con el logo naranja de su partido MAS . Coincidió su etapa como Ministro del presidente Caldera con el inicio de mi andar como reportera política y parlamentaria. En algunas ocasiones, siendo periodista de La Religión me asignaron cubrir algunas veces las ruedas de prensa de Petkoff, de las que me impresionaba su hablar enérgico y sin medias tintas.
La providencia no destinó que coincidiéramos como periodistas: cuando llegué a El Mundo, en julio del 2000, ya Teodoro no estaba. Y en mi incursión en TalCual, en octubre de este año, ya Petkoff no se encontraba al frente del periódico aunque su presencia e influencia se siente con insistencia. En esta época en que la palabra legado es tan utilizada, reivindico el legado de Petkoff como el de un hombre adelantado a su tiempo, un estadista y un defensor a ultranza de la verdad, principio irrenunciable de cualquier periodista y que cobra fuerza en la Venezuela que padecemos
Sofía Nederr