Los aparatos culturales, por Enrique Alí González
Venimos utilizando la organización en capas de la cebolla para hablar de la estructura o morfología de la cultura de Caracas. La importancia de la cultura estriba en que es el lugar donde se define el sentido de la vida individual, social y cósmica. Y queremos saber cómo funciona ese lugar en nuestra Caracas
Hemos analizado tres capas: los distintos pueblos absorbidos; la presencia de lo rural y el papel del Estado. Esta vez trataremos la capa de los aparatos culturales que se comportan como campos, especialmente el campo cultural académico, la educación formal.
El sistema de educación formal es el lugar donde debemos aprender los elementos de la lógica de origen griego que nos permitirá el acceso al pensamiento científico natural, social y humanístico, el cual será herramienta fundamental para ayudar a dilucidar racionalmente el sentido de la vida, cualidad antropológica imprescindible para que todo ser humano pueda responder a las interrogantes básicas: ¿quién soy y hacia dónde voy?
Lo anterior nos dice, de manera sucinta, que la educación formal es el campo en donde adquirimos entrenamiento para pensar la realidad de manera lógica y racional. De esta forma podríamos hacernos la pregunta: ¿la educación formal que se recibe en Caracas nos ayuda a ser más lógicos y racionales?
Para dar pistas sobre las respuestas posibles, dividiremos la reflexión en tres partes: la educación formal en Caracas en la etapa de la democracia civil (1958-1998); en la actual etapa de la democracia tutelada militar (1999-2021) y las tendencias actuales en el mundo.
I.- El sistema de educación formal vigente en Caracas, entre 1958-1998, intentó servir como camino seguro y paulatino al uso del pensamiento racional científico en las ciencias naturales y a una mirada muy superficial, a la idea del desarrollo de las sociedades humanas de los últimos cinco milenios y de las experiencias humanísticas, como la literatura y la plástica. Todas experiencias intelectuales, marcadas por un claro eurocentrismo que no facilitó –salvo contados momentos– incorporar la reflexión sobre nuestras propias experiencias históricas societales. A lo anterior hay que sumarle que hubo una clara intención ideológica en la enseñanza de la historia que logró ocultar, en gran medida, lo sucedido en los gobiernos de 1899-1957, por una actitud de doble militancia: borrar la huella de los regímenes militares y exaltar, acríticamente, lo realizado en la etapa de la democracia civil (1958-1998).
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Desde el punto de vista que nos interesa, podríamos resumir que el sistema de educación formal procuró formar personas que valoraban el conocimiento científico natural; que tenían una idea difusa de la importancia de la formación humanista (salvo quienes se especializaban en la misma); que tenían una idea débil, de la relación de Venezuela con la historia europea, del mundo grecorromano en adelante y que tenía un hiato en el conocimiento de los gobiernos militares del siglo XX. Pero, en todo momento, la formación recibida permitió desarrollar una actitud racional hacia las cosas y, sobre todo, la valoración de los hechos, una reivindicación en la práctica, de la importancia del saber fenomenológico sobre las cosas.
II.- En la actual etapa de la democracia tutelada militar (1999-2021), el sistema de educación formal ha sido vaciado de todo contenido científico natural, científico social o humanístico, pues se ha convertido en un dispositivo absolutamente ideologizado (hay que recordar la diferencia epistemológica entre teoría, doctrina e ideología) en el sentido de falsa conciencia, alejado del cultivo de la lógica y de la razón universal y rechazando la primacía del hecho, del fenómeno, de la cosa como criterio de verdad para sustituirlo por la hegemonía política de lo narrado, sin importar como criterio de verdad el hecho sino la orientación hacia lo políticamente correcto, definido por —aquí el concepto cabe por completo— el régimen. Se construye el efímero reino de la primacía de lo falso, de la posverdad, del posmodernismo como filosofía totalitaria.
El sistema de educación deja de obedecer a los interesas de toda la nación y se convierte en el aparato del PSUV, y los distintos niveles de educación en simples escuelas para sus cuadros.
III.- El actual contexto internacional del sistema de educación formal posee vasos comunicantes con la manera cómo funciona en Venezuela. El triunfo del posmodernismo y de la posverdad tiene alcance en toda la civilización occidental. El descarte de la adecuación de la verdad a los hechos es rotunda y beligerantemente impuesta por los mecanismos del desprestigio, la política de la cancelación y la eliminación de las fuentes de financiación. Se impone la idea de que la verdad es tan relativa que solo se reduce a diferentes narrativas y por eso el deseo del control y la hegemonía comunicacional: la misma política a escala doméstica de la hegemonía comunicacional se convierte –al cambiar de escala– en la hegemonía comunicacional de Facebook, Twitter, YouTube e Instagram.
Resumiendo. Si la educación formal en Venezuela y en los principales países desarrollados se ha ideologizado de manera rotunda, y considerando que esta educación es una capa importante de la cultura, pues debería promover el uso de la lógica y la razón, el debilitamiento de ambas: ¿cómo influye, para la búsqueda del sentido de la vida de los caraqueños?
Enrique Alí González es profesor titular de la UCV, UCAB. Dr. CSoc, filósofo, teólogo, sociólogo, coordinador de la Cátedra de Pensamiento Latinoamericano UCV/1990-2010. Ciscuve.
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