Los balseros según Fidel Castro
Fidel Castro, en sus ya famosas «Reflexiones del Comandante», (pa’ mí que no las escribe él sino alguno de sus cercanos ayudantes), considera que los cubanos que emigran por la vía de las balsas demuestran «una falta despreciable de ética». A estas alturas de su larga vida «el caballo» debería estarse preguntando más bien qué razones impulsan a miles y miles de sus compatriotas a enfrentar los muy reales peligros de la travesía por la aguas del golfo para abandonar la tierra que los vio nacer. Fidel, que opina ahora sobre lo divino y lo humano, ¿no tendrá un tiempito para una humilde reflexión autocrítica sobre por qué cubanos que nacieron después de 1959, que no conocen otra forma de vida que la impuesta por él, en cuanto pueden pican los cabos? ¿No podrá Fidel preguntarse cuánta ética se necesita para calarse una vida sin futuro, una existencia condenada a la mediocridad burocrática y a la penuria material y espiritual? Se queja Fidel de que los balseros «privan a la economía cubana de especialistas». Por favor, caballo, es la economía cubana la que priva a los especialistas de poder ejercer sus conocimientos en las áreas para las que fueron preparados y los lanza a la informalidad. Cada venezolano que va a Cuba regresa contando que conoció un taxista graduado en física nuclear, o que el plomero que le arregló el lavamanos en el hotel era un ingeniero graduado en Polonia. El propio Fidel una vez hizo el chiste de muy mal gusto de que las prostitutas de Cuba son las más cultas del mundo. Ésa es la gente que hoy emigra: no son los que el propio Fidel una vez llamó «gusanos» sino son los hijos de la revolución, que se van de su país por las mismas razones, incluso éticas, que tuvo el viejo Ramón Castro para emigrar de su natal Galicia para buscarse una vida mejor en la Cuba todavía española.