Los concejales chavistas de Caracas se aburren, por Sebastián Boccanegra
Sebastián Boccanegra / Caracas
El ocio es madre de muchos vicios y también de algunas mamarrachadas. Los concejales chavistas del municipio Libertador de Caracas deben vivir en una burbuja, en la cual les llega el agua por tubería un día sí y otro también, la luz eléctrica que reciben es tan fuerte y constante y tienen que vivir con lentes de sol para soportarla, el Metro y el trasporte superficial funcionan mejor que en cualquier capital del primer mundo. Caracas, para ellos, es una tacita de plata.
Es por ello que tienen tiempo, les sobra, se aburren y, por lo tanto, tienen para dedicarse a cosas como las que acaban de hacer: cambiarle el himno, la bandera y el escudo a Caracas. Con ello, la ciudad capital alcanzará una nueva cota de felicidad «revolucionaria», algo que viene in crescendo desde hace 22 años, cuando el primer alcalde chavista fue elegido por el voto popular.
Son 22 años seguidos de administración del municipio Libertador de Caracas por el chavismo, 22 años de mayoría absoluta de concejales rojo rojitos. Si usted no percibe el progreso logrado es porque no tiene un contacto con la realidad de los concejales del PSUV.
Lo prioritario para estos «revolucionarios» es cambiar los símbolos de la ciudad. Nos dicen que Caracas todavía se llama Santiago de León, pero cualquier día arremeten contra Santiago y contra el león y la rebautizan Simón de las guacamayas de Caracas, o Hugo del chigüire de Caracas. Los dueños de los Leones del Caracas deben ir pensando en otro nombre para el equipo, uno más revolucionario o más autóctono. Puede ser las Guacamayas de Caracas, aunque dichas aves no son 100% caraqueñas, pero son menos «importadas» que un león. Menos «imperialistas».
Hay que destacar que los concejales de oposición, José Gregorio Goyo Caribas y Daniela Rodríguez, trataron de poner orden en la pea, pero la emoción «revolucionaria» era incontenible.
A estos concejales, que viven una ciudad que no vive la mayoría de los caraqueños, les sugerimos que se ocupen de lo inmediato y de lo mediato. Caracas tiene demasiados problemas que se han ido acumulando gracias a las pésimas gestiones de Freddy Bernal, Jorge Rodríguez, Erika Faría y la almiranta Carmen Meléndez, aunque a esta última no se le puede evaluar todavía, pero por sus gestiones precedentes habría que ser muy optimista para pensar que lo puede hacer siquiera mal.
Estos concejales podrían conversar con el presidente del Metro para que explique por qué el servicio que presta es cada vez peor. Al presidente de Hidrocapital para que diga a qué se debe la falta recurrente de agua y cuál puede ser la solución, lo mismo pueden hacer con el presidente de Corpoelec, o con el ministro general Néstor Reverol, para que explique por qué cuando el servicio estaba en manos privadas las iguanas no comían cables.
Otros menesteres de los que se pueden ocupar es de exigirle a su compañera almiranta que tape los huecos, que recoja la basura, que ponga a funcionar los semáforos, que limpie los drenajes, que la ciudad esté iluminada. No sabemos si están enterados que todo esto forma parte de las responsabilidades de la alcaldía.
Sería mucho con demasiado que se ocuparan de pensar la Caracas de los próximos 20 años, por ejemplo. De ir perfilando los planes que permitan lograr una ciudad mucho mejor de la que existe. Donde los ciudadanos tengan un mucho mejor nivel de vida. Una ciudad mucho más vivible que la actual. Seguramente piensan que esas son «desviaciones pequeño burguesas», nimiedades que un «revolucionario» de verdad verdad no tiene en mente. Los hechos demuestran que en eso creen.
El que Caracas esté gobernada y haya sido gobernada estos últimos 22 años por una parranda de incapaces no es una responsabilidad exclusiva de los rojo rojitos. La oposición tiene también una gran cuota parte en ello. Las últimas elecciones ilustran lo que decimos. En lugar de presentarse unidos, con una sola lista de concejales, fueron cada quien por su lado. Las consecuencias las estamos viendo. Lo peor del asunto, es que uno de esos candidatos opositores ahora aspira a ser presidente de la República, cuando en Caracas no llegó al 20% de los votos.
Los nuevos símbolos de Caracas recogen la liturgia chavista, son también una demostración de que ya no tienen nada en la bola, de que son una estafa continuada de las expectativas que lograron generar. Caracas no se merece esta suerte.