Los frutos de la abstención, por Teodoro Petkoff

Considerando el espíritu abstencionista que se apoderó de una parte significativa de los votantes de oposición, aupado, además, por algunos factores políticos, demasiado bueno es el resultado que da a Manuel Rosales la Gobernación del Zulia y a Morel Rodríguez la de Nueva Esparta, en tanto que se mantiene una pelea muy cerrada en Miranda, Carabobo y Yaracuy.
Pero tal como era previsible, y en este diario no nos cansamos de alertar sobre ello, al predominar entre los opositores el planteamiento abstencionista (sin hablar de la dispersión de candidaturas que también habría de afectar la disposición a votar de muchos electores opositores), el resultado no podía ser otro que el que se produjo: una amplia barrida del gobierno en las gobernaciones y probablemente también en las alcaldías. Casi toda la institucionalidad político-territorial del país está ahora en manos del chavismo, dejando a salvo la posibilidad de que en los tres estados todavía no decididos el resultado final mejore las posiciones de los gobernadores que iban por la reelección.
Pero, aun así, los abstencionistas podrán rematar la inocuidad de su postura proclamando una absurda “victoria” que, paradójicamente, contribuyó a entregarle casi todo el poder regional y local a un gobierno cuya propensión autoritaria ha recibido con ello un considerable refuerzo.
Habrá que esperar los resultados definitivos para poder sacar conclusiones más precisas, pero este primer vistazo conduce a una breve reflexión sobre la lección del Zulia. En esta, que es la gobernación más importante del país y contra cuyo candidato Manuel Rosales, Chávez lanzó lo más duro y agresivo de su repertorio de insultos, la victoria del gobernador y de su fórmula en la Alcaldía de Maracaibo demuestra que no es cierto que el chavismo sea invencible. Un liderazgo firme —acompañado en este caso de una muy buena gestión administrativa—, unitario y capaz de trascender las falsas fronteras impuestas por el sectarismo, puede derrotarlo, como en efecto lo logró Rosales. En cambio, dondequiera que la oposición no fue capaz de superar sus conflictos internos y se dispersó en múltiples candidaturas, no hizo sino profundizar la tendencia abstencionista y cosechó la amargura de una derrota, que, en fin de cuentas, estaba anunciada.
Varios de los candidatos del chavismo eran tan vulnerables como su gobernador de Nueva Esparta, quien fue derrotado por Morel Rodríguez, pero la proliferación de candidaturas no podía animar a sus adversarios y la abstención se encargó del resto. El caso de Caracas debe merecer una consideración especial porque entre la irresponsabilidad de los partidos que no pudieron alcanzar una candidatura unitaria y la también irresponsable renuncia de Peña, apenas pocos días antes del evento electoral, quedó la puerta abierta para Barreto, favorecido por la que no podía ser, dados los hechos, sino una gigantesca abstención de sus adversarios en la capital.
La gran inquietud que surge es cómo va a administrar el gobierno su enorme poder regional y local. żReforzará, como es de temer, su empeño en echar atrás la descentralización y fortalecer los privilegios del poder central y el autoritarismo que le es propio?
Sobre esto habrá que hablar.