Los gustos del chavismo exquisito, por Miro Popic
Autor: Mipo Popic
La industria del lujo tiene entre sus principales clientes unos cuantos venezolanos, la mayoría de ellos poseedores de inmensas fortunas de origen oscuro, sobre todo las que se originan en el manejo del oro negro. El de más reciente figuración es un tal Diego Salazar, alias “Petrus”, quien, en su condición de primo hermano de Rafael Ramírez, ex presidente de PDVSA, ha sido acusado de sustraer más de 2.000 millones de dólares en jugosas comisiones por contratos mal adjudicados. Los intrincados manejos financieros están siendo investigados por la justicia europea y, entre las muchas revelaciones, han salido a relucir los gustos exquisitos que caracterizan a estos personajes rojo rojitos que, en nombre del socialismo bolivariano, sufren las bondades del capitalismo salvaje. Veamos algunas de ellas relacionadas con la comida y la bebida, que es de lo que nos ocupamos.
Unos de los grandes mitos gastronómicos es el caviar, objeto de culto y reverencia, cuya sola palabra suscita todo tipo de sugerencias. El que dice que no le gusta es porque no tiene recursos para procurárselo. Este no es el caso de Diego Salazar. De acuerdo a documentos revelados por el diario El País, de España, según investigaciones realizadas en la banca de Andorra, Salazar, a través de su testaferro Luis Mariano Rodríguez, el 08/07/2011, pagó en una tienda Petrossian de París 60.999,83 euros por 40 latas de caviar beluga y no se sabe cuánto más por otras 40 de caviar osetra. Para que se hagan una idea. El beluga es el más deseado entre todas las opciones de caviar, sus huevas son negras y grises y alcanzan hasta 2 milímetros de diámetro. El osetra le sigue en categoría, un poco más pequeño, de color negro y marrón y tonos dorados. Toda indica que esta no fue la única compra ni de caviar ni de otros productos ajenos a toda caja CLAP durante los años en que Ramírez fue residente de la estatal petrolera venezolana.
Otro de los grandes mitos gastronómicos es sin duda el jamón de cerdo ibérico, más conocido como jabugo o pata negra, aunque no sea su correcta denominación. El cerdo ibérico para que sea considerado como tal debe criarse en libertad y ser alimentado solo de bellotas y pastos naturales. Como la cantidad de cochinos es limitada (800 mil animales) y las zonas de engorde no alcanzan para todos, y como los animales solo tienen dos patas traseras (1.600.000) de las que sale el mejor jamón del mundo, se trata de un producto exclusivo que difícilmente puede figurar en un caja CLAP, símbolo de la buena alimentación bolivariana. En octubre de 2012 Salazar compró unos cuantos jamones de la marca Joselito por la fría suma de 42.398 euros. Como se trata de un producto exquisito que crea adicción, seguro estas compras se repitieron múltiples veces aunque no existan facturas, por ahora.
En el mundo del vino los mitos son pocos y costosos, entre ellos el exclusivo Petrus, de Pomerol, Burdeos, un tinto del que anualmente se producen pocas botellas a las que solo tienen acceso aquellos a lo que les sobra el dinero. Pues bien, el 14 de noviembre de 2012, en la exclusiva boutique Lavinia, en el boulevard de la Madeleine, de París, Salazar y sus camaradas hicieron una pequeña compra de vinos para descorchar en sus ratos de ocio. Fueron 694 vinos por un total de 493.573 euros entre los cuales se contaban 20 botellas de Petrus a un precio de 5.560 euros cada una, es decir, 710.345.600 bolívares fuertes por botella. ¿Qué tal?
La lista es la larga y el espacio corto. Eso que sólo he mencionado tres productos comestibles y bebibles de los que no abundan en Venezuela. Ni hablar, por ejemplo, del capitulo joyería donde en una sola compra, en el 2011, adquirieron 109 relojes de lujo Rolex y Cartier, por 1.700.000 de euros.
¿Cuántas hallacas para todo el mundo, y gratis, se pudieran hacer con el dinero mal habido de este compatriota?
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