Los juramentos de Hugo, por Simón Boccanegra
En Irán Hugo juró que recuperará los precios del petróleo. Lo dijo frente a Jatami, quien seguramente, en su fuero interno, no habrá dejado de sorprenderse tanto como el sobreviviente de Mao, Jiang Zemin, cuando oyó la profesión de fe maoísta de Hugo. Hugo no pudo cumplir su juramento de recoger en «tres meses» los niños de la calle y ahora pretende, nada menos, que la economía mundial y el mercado petrolero se plieguen a su voluntad. ¡Un poquito de mesura, por Dios! No ha podido con los niños de la calle, Vargas se lo comió y ahora, siempre huyendo hacia delante, aspira, cual Bolívar cuando el terremoto de 1812, que la naturaleza le obedezca. Si Hugo hubiera leído The New York Times la semana pasada se habría encontrado una información interesantísima acerca de los planes petroleros que Estados Unidos y Rusia están cocinando juntos. Puede uno imaginar que en los inescrutables ojos de Putin brillará, casi imperceptible, una lucecita irónica cuando Hugo le plantee que hay que reducir la producción. El traductor seguramente se hará el loco cuando aquel conteste, en ruso: «Sí, cómo no, por aquí se va pa’ San Diego».