Los objetivos de los Estados de Venezuela en 1811, por Marino J. González R.
Entre julio y diciembre de 1811, lo que hoy conocemos como Venezuela pasó de llamarse Confederación Americana de Venezuela (en la Declaración de Independencia), a Estados de Venezuela (en la Constitución del 21 de diciembre de ese año). En ninguno de los dos textos se mencionan las palabras «democracia» y «república».
Analizar el desarrollo de Venezuela, con las categorías que hoy tenemos, supone interpretar los contenidos que los actores políticos de 1811 plasmaron en los documentos fundacionales de nuestro país.
Es evidente que la preocupación expresada en la Declaración de Independencia era justificar que esas Provincias, convertidas en «Estados libres, soberanos e independientes», acordaban eliminar la «sumisión y dependencia de la corona de España».
Las provincias que se mencionan en el primer párrafo de la Declaración de Independencia (Caracas, Cumaná, Barinas, Margarita, Barcelona, Mérida y Trujillo), son consideradas como Estados al final del texto. Se establece que tales Estados pueden “darse la forma de gobierno que sea conforme a la voluntad general de sus pueblos, declarar la guerra, hacer la paz, formar alianzas, arreglar tratados de comercio, límite y navegación, hacer y ejecutar todos los demás actos que hacen y ejecutan las naciones libres e independientes”.
Cinco meses después se aprueba la Constitución Federal de 1811 «para los Estados de Venezuela». Los representantes se consideran como «Pueblo de los Estados de Venezuela» en el ejercicio de la soberanía. Y a renglón seguido proceden a establecer los objetivos que se proponen.
Los objetivos de los Estados de Venezuela, expresados al inicio de la Constitución de 1811, son establecer «la mejor administración de justicia, procurar el bien general, asegurar la tranquilidad interior, proveer en común a la defensa exterior, sostener nuestra Libertad e Independencia política…». Para alcanzar esos objetivos los Representantes de los Estados acuerdan un Pacto Federativo como autoridad general de la Confederación.
El origen del país es por tanto un acuerdo federal. Las transformaciones que se sucedieron llevaron a que ese pacto federal se convirtiera en la práctica en un Estado altamente centralizado. En lo que respecta al cumplimiento de los objetivos, está bastante claro que el desempeño de esos Estados, luego convertidos en una sola República, no es lo que los Representantes de 1811 han debido tener en mente.
Las severas restricciones políticas, institucionales, económicas y sociales del desarrollo de Venezuela expresan una gran distancia con los propósitos señalados en la Constitución de 1811. Aspiraciones como la «administración de justicia», «bien general», «tranquilidad interior», «libertad» e «independencia política» brillan más bien por su ausencia en la actual situación del país. Más de doscientos años después siguen siendo urgentes tareas por enfrentar.
Marino J. González es PhD en Políticas Públicas, profesor en la USB. Miembro Correspondiente Nacional de la Academia Nacional de Medicina. Miembro de la Academia de Ciencias de América Latina (ACAL).
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