Los orígenes de TalCual, por Luis Manuel Esculpi
Resulta extremadamente difícil para quien ha dedicado más de medio siglo, la mayor parte de su existencia, a la militancia partidista. Más aún cuando se ha caracterizado por ser protagonista de primera línea, tanto en la lucha clandestina, como en la legal. El intelectual y hombre de acción, así como realizó verdaderas hazañas personales, su rol fue decisivo en la fundación de un movimiento, cuyo pensamiento político, trascendió las fronteras del continente.
Recuerdo vivamente, cuando nos solicitó convocar a una reunión con los parlamentarios más cercanos, para informar la decisión de renunciar a la militancia, que había convertido siempre en una de sus razones de vida, al partido que había contribuido a fundar después de romper con los viejos dogmas de la izquierda tradicional.
El encuentro lo realizamos en la oficina de la Comisión de Defensa de la Cámara de Diputados, que yo presidía para la época. Asistimos unas diez personas y comenzó señalando, palabras más, palabras menos: He solicitado esta conversación, con los compañeros y amigos más próximos que siempre me han acompañado, porque considero un deber participarles que he decidido renunciar a la militancia partidista, lo haré con una misiva de «apenas dos líneas».
Uno de los asistentes, un personaje que siempre me pareció de un comportamiento sinuoso, esa misma noche se comunicó con periodistas y filtro la información a los medios de comunicación, así la opinión pública se enteró del retiro de Teodoro Petkoff de las filas del Movimiento al Socialismo.
Intuíamos que una personalidad tan inquieta como la de Teodoro, buscaría otros espacios para volcar su inteligencia y energía, y efectivamente así fue.
A los pocos meses, esta vez en una conversación con un grupo más reducido, en la casa de Víctor Hugo D’Paola, nos informó que había recibido la oferta de dirigir el vespertino El Mundo, si bien se inclinaba a aceptarla, nos solicitó intercambiar opiniones sobre la materia. También comunicó que lo haría con otros amigos, todos los presentes estuvimos de acuerdo y saludamos la iniciativa.
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En su pasantía por la dirección del vespertino, introdujo una serie de importantes innovaciones. Los editoriales en primera página, la investigación y denuncia de hechos de corrupción en el propio inicio del gobierno de Chávez, la realización de foros sobre temas de interés. Recuerdo uno sobre el presupuesto militar, donde participé como ponente junto al General Guaicaipuro Lameda -quien era director de presupuesto- y fue moderado por Teodoro.
En nuestra opinión, lo más importante de esa experiencia es que le permitió, a alguien antes que había escrito numerosos ensayos políticos y artículos de prensa, descubrir la vena periodística que posiblemente estaba en estado latente. Las presiones del gobierno sobre los propietarios, logró vencer la resistencia inicial, de manera que Teodoro salió de la dirección de ese diario.
No se resignó, al poco tiempo reunió amigos, registró la editorial «La Mosca Analfabeta» y la idea de editar un semanario, dio pasó rápidamente a la del diario TalCual. El inicio fue relatado excelentemente por Omar Pineda, en este mismo portal, y quien participó de esa experiencia inicial.
Aunque para Gardel «veinte años no es nada», hay que ver todo lo que nos ha tocado vivir al igual que TalCual en estas dos décadas la sustitución de la edición en papel no ha disminuido el contenido de su eslogan: el decir lo que otros callan, ahora dice lo que muy pocos se atreven a decir.
Además de nuestro permanente reconocimiento a Teodoro, queremos expresar nuestra gratitud a su actual director Xabier Coscojuela, quien ha cumplido con creces la inmensa tarea de ser fiel al legado del fundador de TalCual y nuestra palabra de aliento para que continúe existiendo con el mismo signo de combatividad y coraje que lo ha caracterizado.