Los pagapeos, por Simón Boccanegra
En tiempos de la Colonia las damas mantuanas iban a misa acompañadas de una esclavita a la cual se denominaba la “pagapeos”, pues su función era la de asumir las culpas de las ventosidades que sus amas llegaren a expulsar.
La maña nos quedó para siempre. Aquí todo tiene un pagapeos. De Recadi pagó el peo aquel famoso chinito que permitió a decenas de guisadores quedar en paz con su conciencia. Del 11 de abril pagaron el peo Carmona y Pérez Recao. Ahora se busca un pagapeos para el paro.Ya se huele la campañita. ¿Quién más va a ser? ¡Los políticos! ¡Los partidos! Aquellos titiriteros que tuvieron la habilidad de desaparecer tras la cortina de humo de Carmona y Pérez Recao, ya nos están montando el nuevo acto de guiñol. Los monosabios ya comienzan su faena.
Por aquí y por allá se cuelan los chismecitos, las ironías, los dedos acusadores. Este minicronista espera que las víctimas propiciatorias no vayan a ser tan acobardadas y pasivas como lo fueron en los 80 y 90, frente a la aplanadora de la anti-política, cuyo fruto, por cierto, es, en buena medida, Hugo Chávez.