¿Los que están bravos no se hablan?, por Simón Boccanegra
La Comisión de Diálogo, después de prolongadas y filosóficas discusiones, llegó a lo que sus integrantes creyeron era una solución brillante: no reconocerían a la CTV como persona jurídica, pero darían una suerte de «fe de vida» a Carlos Ortega como persona natural, para que pudiera sentarse en la misma mesa con ellos. El señor Ortega, bastante cortésmente, por cierto, dado su natural temperamento volcánico, rechazó esa salida según la cual los dialogadores no se reunirían con la CTV sino con su ectoplasma, que para el caso vendría siendo el líder petrolero. Tiene razón. Por este camino no se avanzará nada. Es como si Simón Bolívar, en 1818, hubiera dicho que aceptaba reunirse en Santa Ana con el señor Pablo Morillo, un particular natural de España, que por casualidad andaba por estos andurriales, y no con el general Don Pablo Morillo, jefe de las tropas peninsulares con las cuales se libraba la Guerra a Muerte. La verdad es que es curioso que Chávez no tenga problemas en conversar con Gustavo Cisneros, pero le resulte tan cuesta arriba hacerlo con la CTV. Deben ser sus genes copeyanos, en el origen ferozmente antiadecos, los que se lo impiden.