Los revolucionarios no ríen, por Simón Boccanegra
Autor: Simón Boccanegra
Hubo una época en que los jerarcas del gobierno asistían a las funciones de La Reconstituyente y se reían a mandíbula batiente de las ocurrencias de sus protagonistas, que se burlaban con gracia y donaire de las cosas de la “revolución”. Eso se acabó. Los revolucionarios ya no ríen. Al contrario, han venido instalando el temor entre sus funcionarios. Mal síntoma; la risa es sustituida por el miedo. Algunos humoristas criollos, contratados para realizar funciones en organismos del Estado, han recibido la extraña solicitud de no hacer chistes sobre el gobierno.
“No me crees problemas”, piden los angustiados gerentes.
Hace pocos días unos ministros y sus amigos amenazaron con destruir un local si un conocido imitador se metía con el Presidente. Era la fiesta de fin de año de una empresa privada pero tiene contratos con el gobierno y sus directivos rogaron al cómico que no los “perjudicara”. Este los complació.
Algunos de los altos caimacanes del gobierno son leídos y seguramente recuerdan la novela de Milan Kundera, La broma.
No sería malo que la releyeran. Cuando un régimen comienza a tenerle miedo a la risa es porque de los ideales del comienzo ya no van quedando sino cenizas.