Los sindicalistas también se alebrestan
La reunión de ayer de los movimientos sindicales de todas las pintas, juntos aunque no revueltos, constituye una nueva expresión del cada vez más conflictivo desenvolvimiento del proyecto político chavista. La pretensión hegemónica de Yo-ElSupremo ha puesto en alerta también a los sindicalistas. Todos han rechazado el planteamiento del Presidente acerca de la prescindibilidad del laboralismo en la “revolución”.Viene a la memoria la polémica que al respecto sostuvieron Lenin y Trotsky en los tempranos años de la revolución bolchevique. Argumentaba Trotsky algo parecido a lo que hoy dice Chávez y respondía Lenin que los trabajadores tendrían necesidad de sus organizaciones autónomas de clase, aun frente al Estado revolucionario, porque las contradicciones entre aquellos y el Estado-patrón no iban a desaparecer, por muy de la clase obrera que se definiera este. Por una de esas astucias de la historia, fue Stalin, el archienemigo de Trotsky, quien se encargó de hacer valer las tesis de este en la URSS ya estabilizada. El movimiento sindical fue mandado al carajo y, totalmente colonizado por el partido, fue un brazo más del poder de este frente a una sociedad sometida y avasallada. Ese es el movimiento sindical que quiere Yo-El-Supremo.
Maravilla leer a ese politólogo español, Juan Carlos Monedero, felicitarse porque Chávez ha denunciado los peligros de la versión stalinista del partido. ¿Cómo no percibe que hay mucho trecho del dicho al hecho en la conducta de su admirado jefe?
¿Ceguera u oportunismo?