Los templetes, por Simón Boccanegra
La firma del Acuerdo debería ser un momento propicio para que sus respectivos dolientes liquiden esos dos focos de perturbación política (además de meramente urbana) que son los templetes de la plaza de Altamira y de la calle El Empalme, frente a Pdvsa. La primera, literalmente confiscada por el grupo militar que dirige Medina Gómez; la segunda, secuestrada por los círculos de Freddy Bernal. En ninguno de los dos casos existe justificación para mantenerlos como «territorios liberados».
Políticamente carecen completamente de todo sentido y más bien, con el tiempo, se han ido degradando hasta el punto de que en ambos lugares se han refugiado personas de los bajos fondos y se han producido acontecimientos bochornosos, tales como la emboscada a la PM y el asesinato de uno de sus efectivos, en La Campiña, y los homicidios de los soldados y la joven muchacha por parte de sicarios de la «seguridad» de la plaza. La lógica indica que los «patrocinantes» de ambas «tomas» deberían decidir voluntariamente el final de ellas, antes de que terminen de morir de inanición política.