Los wild pich del continuismo, por Simón García
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No hay nada más errático que las decisiones de un político que se siente perdedor. El instinto lo empuja a resistir las fuertes oleadas de rechazo y mientras más bracea para mantenerse a flote, más se desespera.
Es natural que después de 12 años de meter al país un hoyo, sean pocos los que le crean al presidente que él pueda ser portador de soluciones. Y aunque todo puede acontecer en política, si contiene algún gramo humano, la posibilidad de salir del laberinto requeriría que Maduro deje de ser el minotauro que convirtió al país en un laberinto de calamidades y fracasos.
Pero Maduro no quiere, voluntariamente, dejar de ser Maduro. La perspectiva de transición que asoma es la de profundizar el precipicio que conduce de Venezuela a Cuba. Es precisamente el desenlace de terror que no quieren las bases chavistas que han comenzado a buscar una opción de cambio y que si no la encuentran en la oposición, tenderán a la abstención.
Frente a estas realidades parece conveniente que Edmundo se convierta efectivamente en el candidato de todo el mundo. Una vez que se produjo la importante transferencia de votos de la líder de la oposición al candidato de la oposición, hacia donde puede crecer electoralmente Edmundo, ¿con cuales propuestas y mensajes dentro de su discurso?
Si se quiere unir al país hay que dejar por fuera el ánimo de la confrontación conflictiva para pasar a la confrontación constructiva. Se trata de compartir con los electores el país que queremos, decirles cómo ser gobierno y para qué. Especialmente explicar cómo se come la transición que Edmundo quiere servir.
Este menú de propuestas país, después vendrá lo del programa de gobierno, tiene que informarse ya a los ciudadanos. La transición no tiene fechas ni calendarios rígidos. Si se quiere un tránsito a la democracia, a la economía productiva, a la prosperidad y a mejores oportunidades de vida para todos hay que concertar ya con el gobierno un pacto de gobernabilidad entre fuerzas que deben y pueden trabajar en común sobre la reconstrucción del país.
No hay que dejarse enganchar en la política a la sombra. Los dos factores decisivos para abrir una época de cambios con estabilidad deben ponerse de acuerdo en lo fundamental, más allá de jugadas de distracción como la firma del respeto a los resultados. ¿Puede confiar la sociedad que el 28 de julio podrá votar sin puntos rojos, piruetas de motorizados, sustitución de testigos, voto asistido o prórrogas ventajistas? Eso es lo primero por lo que debe velar el CNE en vez de bloquear la observación internacional.
En las curvas que quedan para llegar al 28 aumentarán las incertidumbres y las complicaciones. El gobierno se afincará en crear dudas y matrices de opinión contrarias a los profundos deseos de mejorar la vida del país que es mejorar la vida de la gente.
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Hay que aprender a manejar con eficacia las incertidumbres que puedan crear confusiones y debilidades en las fuerzas de cambio: 1. Habrá relatos para dividir y contraponer a Edmundo y María Corina porque es una fórmula que avanza hacia el triunfo de cambios sin necesidad de constituyentes o convocatoria de nuevas elecciones. 2. La mejor defensa es acentuar la determinación unitaria, la disposición de negociación con Maduro y la inclusión del chavismo en las ejecutorias del nuevo gobierno porque esta es la vía para ampliar los cuerpos de ventaja que Edmundo le saca hoy a Maduro. Es también la vía para convertir su triunfo en una victoria del país, sin discriminaciones ni descalificaciones secundarias. La vía para normalizar la sustitución de presidentes , la separación de poderes y el voto libre de coacciones.
Simón García es analista político. Cofundador del MAS.
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