Luisa versus Clodo, por Simón Boccanegra
Supuestamente la Fiscalía está adelantando una investigación sobre Pudreval. Sin embargo, la Fiscal se ha apresurado a declarar que el responsable principal del guiso es el tal Luis Pulido, futuro vecino de La Lagunita. De plano, rechaza, pues, que pueda haber algún otro implicado por encima de Pulido, por ejemplo, el señor que le dio el garrote a ese «ciego», un tal Rafael Ramírez, dueño y señor de Pdvsa, a quien, aunque sea por no dejar, habría que hacerle su averiguacioncita. Sobre todo porque si estuviera tan limpio de polvo y paja como Doña Luisa quiere hacer ver, no se entendería por qué le fue arrebatada Pudreval y colocada bajo el fuero de Elías Jaua. Esto no fue propiamente un premio. Pero hete aquí que ahora aparece otro elemento. El Estado venezolano ha sido tan desarticulado por Atila, y los titulares de sus poderes están tan acostumbrados a esperar la seña de Atila antes de comunicarse entre sí, que ahora resulta que la Contraloría sí había investigado lo de Pudreval y alertado sobre lo que iba a suceder. Pero la Fiscal dice que Clodo miente, y que ese informe no existe, que el Hombre Invisible no cumplió con su deber (Luisa acaba de inventar la rueda). El Poder Moral, pues, se está cayendo a dentelladas.
Es un síntoma. Síntoma de la descomposición del régimen. Pero también un símbolo. Símbolo de la rampante incapacidad que caracteriza a esta administración. Se entiende por qué se pudre la comida, por qué no se construyen viviendas, por qué los módulos de Barrio Adentro están abandonados, por qué la comida está carísima y escasa. Sencillamente, no saben gobernar. Tan simple como eso.