Macondo, por Simon Boccanegra
Hace poco el Gabo definió el realismo mágico como aquello que pareciendo mentira por lo estrambótico es, sin embargo, verdadero. Realismo mágico es lo que está pasando con nuestra misión en la OEA. Jorge Valero, el nuevo embajador, está todavía en Caracas porque la anterior embajadora se niega a salir de la residencia «hasta que no la llame Chávez». Hoy somos el hazmerreír de la comunidad diplomática en Washington. Nadie sabe qué hacer. Virginia Contreras, la ex embajadora, dice que José Vicente no es quién para destituirla a ella y que si Chávez la puso, Chávez la quita. El comandante, desde luego, no la llama porque eso ya sería el colmo. La Cancillería vacila ante la perspectiva de sacarla con la policía y Valero dice, con razón, que él no se va a meter en un hotel en Washington mientras Virginia se aviene a entregarle la casa. Pero Virginia está dura y no le para a nadie que no sea el mismísimo comandante, porque ella es «histórica» del «proceso». Mientras tanto, hace meses que no tenemos representación ante la OEA. Macondo, pues.