«Madrugonazo» militar dejó a Nicolás Maduro durmiendo con el enemigo
El pacto que involucraba a figuras del alto gobierno chavista quedó asentado en un documento, aunque los acuerdos no se cumplieron. Ahora el oficialismo queda con una policía política quebrada, y un mar de desconfianzas al respecto de las lealtades mientras la oposición tiene la tarea de buscar alternativas para lograr la transición
Bien lo ha dicho John Magdaleno: la mayoría de las transiciones de regímenes no democráticos hacia la democracia han ocurrido por negociaciones. Venezuela no sería la excepción: si el pacto hubiese llegado a concretarse hoy Nicolás Maduro no gobernaría en Venezuela, comenzando un nuevo período histórico soportado incluso por una ruta jurídica establecida a través del Tribunal Supremo de Justicia.
El 2 de mayo hubiese sido el día registrado en la historia como el fin del mandato de Maduro, pero los acontecimientos del día 30 de abril dieron al traste con lo acordado, según fuentes periodísticas, tanto las consultadas por TalCual como las referidas en otros medios e, incluso, acorde a las revelaciones del gobierno de Estados Unidos, que sirvió como observador y algunos dicen que hasta de garante de los acuerdos.
Con la fuerza disuasiva de las armas se increparía a Nicolás Maduro de entregar el cargo, para lo cual el ministro de la Defensa Vladimir Padrino López era figura clave. Junto a comandantes de alta graduación del Ejército, su rol era velar porque el jaque al gobernante estuviera respaldado por los militares, cerrándole camino a Maduro de responder con plomo.
Una vez salido del poder, el presidente del Tribunal Supremo, Maikel Moreno, activaría al Poder Judicial para darle respaldo jurídico a la transición política. Su rol era sentar las bases institucionales, declarando el abandono del cargo por parte de Maduro y las interpretaciones constitucionales pertinentes para que el presidente de la Asamblea Nacional fuese investido definitivamente como «encargado del Ejecutivo».
Pero cada actor se reservaba un puesto en esa suerte de gobierno tripartito y colegiado. Vladimir Padrino se quedaría al frente del Ministerio de la Defensa, poniendo sus fichas en todos los comandos de importancia castrense para asegurar el control de la tropa y mantenerla aliada a la transición, quedando como figura fundamental y un poder tras el poder. Moreno garantizaba su supervivencia política e institucional. El Pitazo confirma, además, que una cuarta silla de ese nuevo gobierno estaría reservada a quien quedara con la representación del parlamento una vez que Guaidó pisara Miraflores.
Según Elliott Abrams, enviado especial de la Casa Blanca para la crisis venezolana, existe un documento en el que reposan los acuerdos que finalmente no se concretaron. Hay políticos venezolanos que llegaron a ver el papel, en físico. 15 puntos dejaban sentado el camino. Como John Bolton, asesor de seguridad nacional de Estados Unidos primero, y el secretario de Estado Mike Pompeo después, ratificó que los tres nombres clave de las negociaciones son Vladimir Padrino López, Iván Hernández Dala y Maikel Moreno, una figura hasta ahora cercana a Maduro y más aún a su esposa, la poderosa Cilia Flores.
El presidente del máximo juzgado es también un conocido colaborador del empresario Raúl Gorrín, quien algunas fuentes lo ubican como pieza clave en el entramado de conversaciones. Habría sido él quien sirvió de correa de transmisión entre unos y otros, con no pocos intereses de por medio. No es casual, apuntan los informantes, que hace algunas semanas la esposa de Gorrín y la de su socio Gustavo Perdomo fueran excluidas de la lista de sancionados por el Departamento del Tesoro. Gorrín, un millonario surgido bajo la sombra del chavismo en la última década, ha sido señalado de participar en esquemas de lavado de dinero y ser pieza fundamental en una trama de corrupción al pagar sobornos por al menos 159 millones de dólares a funcionarios venezolanos Sus propiedades en Estados Unidos fueron incautadas en 2018.
Pero nada de esto se concretó, pues el 30 de abril los hechos se adelantaron. Fuentes del entorno de Leopoldo López, el más emblemático preso político de Nicolás Maduro, afirman a TalCual que en la víspera de ese martes el gobierno venezolano ordenó que el opositor, que cumplía arresto domiciliario, fuera trasladado a la prisión militar de Ramo Verde. «Creemos que se enteraron que Leopoldo estaba conspirando duro y mandaron a llevárselo a Ramo Verde. Cuando se gira la orden al Sebin, no quedaba opción sino adelantar los planes», refiere un informante del partido Voluntad Popular que pide reservar su identidad. Pone el acento, como otras personas enteradas de la componenda, en el quiebre interno del Servicio Bolivariano de Inteligencia (Sebin), la policía política del régimen. «Son ellos mismos quienes emiten las alarmas y ponen a rodar los acontecimientos», agrega la fuente.
El inesperado cambio, que las fuentes de El Confidencial adjudican al «personalismo» de López y de Guaidó, habría enviado una mala señal a los demás involucrados, quienes optaron por retractarse. «Solo salieron los 20 y tantos militares que viste en la calle, el resto se echó para atrás», dice a TalCual un informante cercano a López. Juan Guaidó dijo a la AFP que «hubo gente que faltó por cumplir».
El quiebre del Sebin
El ahora exdirector del Sebin Manuel Cristopher Figuera, quien asumió ese cargo apenas en octubre de 2018 por designación directa de Nicolás Maduro, habría dado el pitazo: Van por López, permitan que se vaya. A menos es la tesis que defiende el presidente de la Comisión de Defensa de la chavista asamblea constituyente Gerardo Márquez, quien señala al militar de carrera de haber estado en connivencia con «los golpistas».
Aparentemente, al opositor le fue desactivado el grillete electrónico que le impusieron desde julio de 2017, y él mismo se deshizo del aparato usando un alicate, según un video al que tuvo acceso el portal digital Efecto Cocuyo.
El diputado Pedro Carreño también lo acusa directamente: «te fuiste y te compraron». El martes 30, TalCual pudo conocer que Figuera había sido apresado por funcionarios que responden a Nicolás Maduro pero que más tarde logró evadirse y salir del país, confirmando que las lealtades en el Sebin son muy frágiles. El diario Útimas Noticias, organismo de propaganda del gobierno chavista, publicó que el exdirector de la policía política huyó en vuelo privado primero a República Dominicana y luego a Puerto Rico. El domingo previo a los sucesos, la esposa del general habría salido con destino a Estados Unidos, publica Bloomberg citando a funcionarios del Departamento de Estado en Washington.
Desde el oficialismo afirman que Figuera mantuvo reuniones entre marzo y abril pasados con presos políticos opositores en la sede del organismo que dirigía y que llegó a comunicarse con el entorno de Juan Guaidó y Leopoldo López. Fuentes cercanas a ellos confirman que «el hombre estaba metido». En una carta hecha pública el 30 de abril Figuera dice reconocer a Maduro pero denuncia que alrededor del gobernante se tejen muchas traiciones y corrupción.
El general fue destituido por Nicolás Maduro la noche del martes 30, sin dar las razones, y anunciada su sustitución por Gustavo González López, quien ya dirigió la policía política durante varios años y fue apartado del cargo en octubre de 2018 debido a tres incidentes: un confuso suceso que involucró una persecución a la caravana presidencial, el atentado de agosto pasado y las fallas de inteligencia para detectarlo a tiempo, y la muerte del concejal opositor Fernando Albán mientras estaba en custodia de ese cuerpo policial. Ha sido sancionado por Estados Unidos y la Unión Europea por violaciones a derechos humanos, una marca que pudiera reactivarse ahora según alertan organizaciones como Provea.
En Voluntad Popular, el partido de Leopoldo López, apuntan que una gran preocupación para la cúpula chavista está en los sistemas de inteligencia, pues no solo se trata de la fuga del jefe político de Juan Guaidó, sino también de la divulgación el jueves de la misma semana de informes secretos del seguimiento que ese cuerpo hizo al exvicepresidente y ahora ministro de Industrias Tareck El Aissami a propósito de sus supuestas relaciones con el narcotráfico y con Hezbolá, además de los entramados de corrupción que lo hicieron un hombre rico, como publicó The New York Times al tener acceso a documentos oficiales.
“Este es el tema medular. Quizá el pronunciamiento no haya funcionado pero se quebró el Sebin, y eso es un logro. Ferreira se fue del país y dejó clara su posición. Y Maduro vuelve a Gustavo González López, a quien botó de ese cargo hace meses, porque ya no tiene a nadie más, no confía en nadie más”, dice el informante del partido político que marca la ruta de la acción opositora de 2019 en Venezuela.
Divisiones
El relato de Mike Pompeo es otro. Ha dicho que Nicolás Maduro supo de la conspiración en su contra y, al ver que se iniciaban movimientos militares, abordó un avión que lo llevaría a Cuba. Pero la presión del gobierno ruso lo habría convencido de no abandonar el cargo ni el país. Una versión que ha sido desmentida tanto por Rusia como por el propio Nicolás Maduro, quien afirma que esas «mentiras» buscan dividir a las fuerzas revolucionarias y crear intrigas.
El jueves 2 de mayo, de hecho, el mandatario amaneció rodeado de unos 4.500 soldados, ratificando que está al frente del país y respaldado por la Fuerza Armada Nacional (FAN). Fue el punto central de su mensaje de transmisión obligada y simultánea por todos los medios públicos y privados. Con él, apareció el alto mando militar, incluyendo al ministro de la Defensa Vladimir Padrino López, y el director de su guardia presidencial Iván Hernández Dala. Ante ellos, el mandatario chavista pidió máxima lealtad a los uniformados y derrotar dentro de los cuarteles a quienes “se venden a los dólares de Washington”. Afirmó que tiene fe en que los uniformados no le traicionarán
A su lado estaba Padrino López, impertérrito. Cuando habló, llamó a la unidad de la tropa, a no caer en la tentación ni en las manipulaciones que, según dijo, buscan que haya enfrentamientos entre los militares. Y reiteró que la oposición “no tiene una propuesta seria para la Fuerza Armada, ni para el país”.
Las puertas de Padrino
La cronología de esta semana de Padrino López incluye lo dicho el martes, 30 de abril, de que la oposición solo ganaría el respeto de los militares si “dejan la guachafita”; y ese jueves cuando también afirmó que “pretendieron comprarnos, como si fuésemos mercenarios”. Con sus palabras, el ministro de Defensa dejó sobreentendido que sí ha habido contactos, y lo hace público, incluso frente a Maduro.
Sus posturas no califican a Guaidó, ni lo mencionan. Tampoco insulta, como sí lo hace el almirante Remigio Ceballos, jefe del Comando Estratégico Operacional, cuando dijo que no se dejan mandar por un “idiota” que se hace pasar por Presidente, perteneciente a una oposición «fascista, mercenaria y nefasta».
Rocío San Miguel, presidenta del Observatorio Venezolano para la Defensa, resalta el discurso del ministro de Defensa. “Muchas palabras de las que ha dicho, coinciden con algunas que hemos planteado: es necesario que Juan Guaidó amplíe su mensaje a la FAN. Pareciera que Padrino le dice que dibuje el rol de los militares en la transición, pues esa propuesta no se ha dado”.
Padrino es una figura de gran ascendencia dentro de la Fuerza Armada Nacional, tanto que Nicolás Maduro ha extendido su permanencia al frente de su despacho por más de cuatro años -fue nombrado en 2014-.
Cuando el martes 30 inició el madrugonazo militar contra Nicolás Maduro por parte de funcionarios de la Guardia Nacional, la expectativa estuvo en la posición que asumiría Padrino, un hombre que se ha mantenido fiel a Nicolás Maduro, hasta ahora.
Seis horas después del inicio de la «Operación Libertad» el martes, que reunió a uniformados al borde de la base aérea La Carlota pero no hubo intento de entrar a ella, Padrino salió por la televisora estatal ratificando su respaldo a Maduro y afirmando que “el 80% de todos los efectivos que acudieron a ese distribuidor fueron engañados”, dando pie al principal argumento del discurso oficialista para el resto de la jornada, repetido por el mismo gobernante en la noche.
En cualquier caso, todo indica que el pilar que sostiene a Maduro en el poder –la lealtad de los uniformados– ya no está garantizado. Eso sí, tampoco los opositores han logrado inclinar la balanza a su favor. “El martes no hubo una ruptura en la Fuerza Armada pues no había oficiales con comando de tropa y poder de fuego involucrados”, apunta San Miguel. Además, fue la Guardia Nacional la protagonista de la jornada –como en las deserciones del 23 de febrero y la insurrección del 21 de enero–, a pesar de ser el cuerpo de menos impacto en la vida militar. Sin Ejército no hay posibilidad de consolidación de una ruptura.
Javier Ignacio Mayorca, investigador de InsightCrime y analista militar, afirma que, a pesar de ello, la FAN está flaqueando. “La deserción del general Manuel Cristopher Figuera ha sido sumamente importante, y quizá determinante para el timing de este alzamiento que resultó fallido, y para la posterior revisión de las lealtades. Creo que Maduro debe estar contando sus cañones”.
Para ambos expertos no deja de ser notorio que el día del alzamiento, si bien no hubo apoyos en las unidades militares, tampoco hubo rápidas manifestaciones de lealtad a Maduro. Sugieren poner la mirada más allá del alto mando, en los comandantes de batallones, de bases navales, de grupos aéreos, de brigadas militares. «Hay que ver el mapa real del poder de fuego», destaca San Miguel quien señala, además, que un quiebre sin Padrino pudiera ocurrir en esa segunda línea de mando.
Pero para ello es necesario que el mensaje de Juan Guaidó hacia los militares cambie, que los incluya en la transición, que defina cuál será su rol en la Venezuela post-Maduro. Después de todo, el único mensaje cierto para los cuarteles, hasta ahora, es que existe una ley de amnistía para ellos. El 7 de abril, Guaidó admitió a TalCual que ese instrumento «no ha sido suficiente, y hay que insistir no solamente con amnistía sino con garantías. Lo primero que hay es que vencer el miedo y esa es la parte más complicada».
La ONG Control Ciudadano ha determinado que más del 50% de la tropa armada no está involucrada en delitos de corrupción y el 70% de sus oficiales no ha participado en actuaciones violatorias de derechos humanos. Según su directora, Rocío San Miguel, hace falta hablarle a esos uniformados y no generalizar las acusaciones, como han hecho los políticos hasta ahora. Guaidó, en aquella entrevista, dijo que los militares «están buscando opciones de cómo manifestarse. El rechazo absoluto existe. Tenemos que construir las vías para dar salida».
San Miguel cree que nuevas negociaciones, terceras vías, pudieran abrirse con quienes están en la segunda línea de mando: comandantes de las unidades militares que además están en fila para los ascensos, que Maduro debe definir en las próximas semanas. Padrino es de la promoción 84, y quienes están en puestos de comando de tropa ya pertenecen a la de 1988. La brecha tiene sus efectos en las dinámicas internas de los cuarteles.