Madrugonazo, por Teodoro Petkoff

Si algún sentido tiene la palabra “madrugonazo” es el que le ha dado el boletín (por llamarlo de alguna manera) de Carrasquero. Hay demasiados elementos que suscitan perplejidad y mueven a suspicacia. Primero que nada, ¿por qué ese anuncio entre gallos y medianoche, con el país dormido? ¿Qué apuro tenían Carrasquero, Rodríguez y Battaglini, organizadores del insólito plantón de 10 y 12 horas que se calaron pacientemente millones de ciudadanos, para emitir un boletín por el cual nadie los estaba presionando? Una vez prorrogado el acto de votación hasta las doce de la noche (y todavía después de esa hora hubo gente votando), que Carrasquero hablara a las cuatro de la madrugada tenía todos los visos de una operación dirigida a tomar al país por sorpresa.
Los rectores Zamora y Mejías hicieron señalamientos muy graves, sobre los cuales la opinión pública exige una explicación. ¿Cómo es posible que los testigos de la oposición (al igual que los oficialistas, que por cierto, ni siquiera se hicieron presentes) no hayan tenido acceso a la sala de totalización? ¿Cómo es posible que no haya sido presentado un balance de la auditoría que debió ser hecha a una muestra aleatoria de las máquinas de votación? ¿Cómo es posible que no sólo no hubieran podido entrar sino que ni siquiera hubieran sido acreditados los testigos de la oposición que debieron estar presentes en esa auditoría? ¿Cómo es posible que se den resultados casi definitivos sin que se hayan certificado las actas de escrutinio? ¿Quién hizo la totalización si el comité para tal fin, cuyos miembros eran Jorge Rodríguez, Ezequiel Zamora, Luis Ramírez y Andrés Brito, ni siquiera se instaló?
Este diario, que ha abogado sostenidamente por el reconocimiento que debían hacer las partes de los resultados, no puede dejar de expresar estas dudas así como exigir, por ello mismo, una contrastación entre los votos físicos y las cifras registradas por las máquinas. El país tiene también derecho de pedir de los observadores de la OEA y del Centro Carter una evaluación ante los organismos competentes del proceso y de sus resultados. De lo contrario, la sospecha de que pudiera haberse producido un arrebatón no dejará de ir haciéndose cada vez más consistente.