Mala gestión en Fundelec apaga esperanzas de usar energías renovables en Venezuela
La Fundación para el Desarrollo del Servicio Eléctrico (Fundelec) apenas habla de las energías renovables. Muy esporádicamente menciona poblaciones beneficiadas por páneles solares. La instituciones es dirigida por Ricardo Steeven Tovar González, antiguo director de la Oficina Estratégica de Evaluación y Seguimiento de Políticas Públicas, dependiente del Despacho de la Presidencia
La cuenta en Instagram de la Fundación para el Desarrollo del Servicio Eléctrico (Fundelec) apenas habla de las energías renovables. Aquella institución que durante años fue el pilar para las políticas enfocadas en llevar paneles solares a comunidades remotas, o en usar sistemas híbridos de energía en zonas que no podían tener acceso a la red eléctrica convencional, solo menciona a veces a los poblados que se beneficiaron de esos programas en donde, desde hace más de una década, se dejó de “sembrar luz”.
Jaspe, una pequeña comunidad indígena que está dentro del Parque Nacional Canaima, en el sureño estado Bolívar, es uno de esos territorios olvidados por la fundación. Desde 2015 dejó de funcionar el sistema fotovoltaico que se instaló allí para iluminar la zona. Al año siguiente, sus habitantes enviaron una carta al entonces ministro de Energía Eléctrica, el mayor general de la Guardia Nacional, Luis Motta Domínguez, para pedir que se instalara un sistema fotovoltaico de 6.500 watts para alumbrar las cabañas turísticas que sirven de sustento económico a los pobladores.
“En aquel momento era el inversor y la batería que se habían dañado y, actualmente, ese material está resguardado en San Ignacio de Yuruaní (otra comunidad indígena), en la sede de los guardaparques. Hace poco se inauguró al oeste de Jaspe un Centro de interpretación Abuela Kueka (en honor al misticismo que rodea a la roca que fue repatriada desde Alemania en 2020), donde recientemente funciona un fotovoltaico que surte ese sitio. Pero Jaspe está oscuro”, contó Leonard Loyola, indígena pemón y capitán del sector de Mapaurí, donde está la comunidad.
Loyola aseguró que nunca hubo respuesta de las autoridades porque “no hay presupuesto” para reponer los equipos que se necesitan. Pero académicos y extrabajadores de Fundelec, quienes lamentan que el Estado haya dejado de invertir en energías alternativas para iluminar los sectores del país en donde los bombillos no se encienden, acusan otras razones. La nación, sumida en graves fallas eléctricas, está lejos de solventar la crisis energética que durante 15 años ha aquejado a los venezolanos. De acuerdo con el Monitor de Servicios Básicos del Centro de Divulgación del Conocimiento Económico (Cedice), el 86% de los encuestados dice sentirse “desesperado” por la situación de la electricidad y 7 de cada 10 personas opina que el sistema eléctrico es vulnerable, inestable y está deteriorado.
Alejandro López González, ingeniero electricista y doctor en Sostenibilidad, autor del libro “Energías renovables en Venezuela: experiencias y lecciones para un futuro sostenible”, relató que la llamada “Misión Revolución Energética”, creada por el expresidente Hugo Chávez en 2006, reanimó el aprovechamiento de fuentes alternativas con el programa “Sembrando luz”, cuyo objetivo era lograr la electrificación completa del país a través de este tipo de energías. Para 2014, se habían instalado 3.363 sistemas fotovoltaicos a nivel nacional en 918 comunidades aisladas.
“Sembrando Luz”, aseguró López González, fue el único plan exitoso y de energías renovables de los tres que había proyectado la Misión. Uno de estos fue la inversión en grandes complejos termoeléctricos –se estima que menos de 20% de sus megavatios está disponible– , que se pensó como una “solución para diversificar la matriz de la macro red venezolana”, pero terminó en un fracaso y una estafa para el Estado venezolano cuando grupos de empresarios vinculados al gobierno vendieron como nuevas una serie de plantas termoeléctricas usadas. La mermada industria venezolana tampoco puede producir el diésel que necesitan estos equipos para generar electricidad.
El otro programa de la Misión Revolución Energética fue “Generación distribuida”, que instaló pequeños generadores a gasoil en zonas rurales pero de una densidad poblacional media, con más de un centenar de viviendas excluidas de la red eléctrica. El plan estaba inspirado en un programa cubano pero, según el experto, representaba un atraso para los sistemas eléctricos venezolanos. Venezuela se tuvo que adaptar a esta tecnología, en lugar de que la tecnología se adaptara al país, explicó. “Se instalaron 1.140 megavatios de baterías de generación a gasoil” y ahora menos del 5% está en funcionamiento, añadió el ingeniero.
“Para 2013, con la muerte del presidente Chávez y un conjunto de cambios que se dieron en Corpoelec (Corporación Eléctrica Nacional) e incluso la muerte de Jesús Marrero, quien fue el impulsor y el ideólogo de este plan, pues todo se vino abajo. Desde el 2013-2014, básicamente, ya no se avanzó más. Lo que se hacía era dar un mantenimiento”, explicó López González a Climate Tracker, quien en su libro afirmó que todavía hay medio millón de personas en Venezuela sin acceso a la energía eléctrica.
Mala gerencia y personal subpagado en Fundelec
Un exempleado de Fundelec que trabajó como instalador de estos sistemas, señaló que la empresa comenzó a fallar por tener a la cabeza a gerentes ineficientes y sin experiencia para llevar las riendas de tales planes. Recordó que el último director ejecutivo que cumplió con su trabajo fue el ingeniero José Argenis Rodríguez Araque, designado en el puesto en 2010 por su hermano, el abogado, excanciller y exministro de Energía y Petróleo, Alí Rodríguez Araque, quien para entonces encabezaba el Ministerio de Energía Eléctrica. “Pero después, las direcciones que vinieron después de él, pues eran… O sea, tú no puedes asumir algo para lo que tú no estás preparado”, apuntó.
Una revisión de la experiencia de los directores deja ver que la mayoría, aún habiendo ocupado cargos dentro del Ministerio de Energía Eléctrica, no se había especializado en el área de energías renovables. Luego de Rodríguez Araque, la dirección de Fundelec fue asumida por José Alberto Chitty Figueroa, quien previamente había ocupado cargos en el Ministerio de Transporte y Comunicaciones, enfocados en vialidad y transporte urbano. Le siguió, en 2014, Alberto Joanes Urdaneta Urdaneta, exdirector general de Energía Alternativa del Viceministerio para Nuevas Fuentes y Uso Racional de la Energía Eléctrica, del Ministerio de Energía Eléctrica, así como miembro del Consejo Directivo de la Fundación Escuela Venezolana De Planificación (FEVP).
En 2017, llegó al cargo Fabricio José Campos Ramírez, quien venía de la Dirección General de Participación del Ministerio de Energía Eléctrica y de gerencias de oficinas de Atención al Público en el Instituto Nacional de Tierras y la Región Estratégica de Defensa Integral Central. Dos años después, Carlos Eduardo Borges Polar tomó el mando, luego de haber ocupado la Coordinación Eléctrico Estadal del Distrito Capital y ser viceministro del Servicio Eléctrico, vicepresidente de Corpoelec Industrial, y director de la Oficina de Gestión Interna en la estructura funcional y organizativa de la Vicepresidencia Sectorial de Obras Públicas y Servicios.
La dirección de Fundelec la ocupa actualmente Ricardo Steeven Tovar González, antiguo director de la Oficina Estratégica de Evaluación y Seguimiento de Políticas Públicas, dependiente del Despacho de la Presidencia. Tovar González también es viceministro para la Articulación y Participación Social en el Servicio Eléctrico, del Ministerio del Poder Popular Para la Energía Eléctrica.
Para López González, desde hace varios años, los directores de Fundelec han impulsado un cambio en la concepción de la electrificación rural, en el que “se empezó a ver a las energías renovables como un infiltrado dentro de un país petrolero” y por eso se trata de borrar el alcance que tuvieron.
La crisis económica que imperó en el país a partir de 2014 también fue un duro golpe para Fundelec. El desabastecimiento de alimentos se agudizó y alcanzó diversos rubros comerciales. La caída de los precios del petróleo nutrió la debacle. Mientras que en julio de 2014 el barril de hidrocarburos se cotizaba en 98,98 dólares, a finales de año había caído más de la mitad: 47,05 dólares. En un país que depende del llamado “oro negro”, porque aporta 96% de las divisas, la inflación se disparó a 68,5% ese año. En los períodos siguientes, pasó a ser considerada la más alta del mundo: 180,9% en 2015 y más de 700% en 2016.
Todo ello contribuyó a que los proyectos de Fundelec se engavetaran. El exempleado consultado señaló que, entre 2014 y 2016, apenas pudo salir a hacer mantenimiento de los equipos instalados a algunas de las comunidades beneficiadas por Sembrando luz. “Después ya no había material, ya no había viáticos, no había vehículos. Todo desapareció”, recordó.
Esa crisis también repercutió en los salarios, que se volvieron precarios para el sector público y privado venezolano. “Llegué a tener un sueldo pésimo, después de haber tenido uno de los mejores de este país. Tenía seguro de vida, uno se podía comprar un carro nuevo, bueno, todo lo que uno quisiera. Yo me acuerdo que a mí me pagaban hasta el colegio de los niños”, apuntó el extrabajador. La situación de la fundación y del país obligó a muchos empleados a dejar la organización y hasta el país.
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