Malinchismo, por Simón Boccanegra

La guerra de Bush despierta, en este país, oscuras emociones y saca a flote turbias expectativas. El señor Carlos Dorado escribió el sábado en El Universal el siguiente texto: “… sueño… de vez en cuando con la llegada de los portaviones americanos a La Guaira, y esos soldados americanos bien uniformados subiendo por la autopista con sus tanques, mientras sus modernos aviones sobrevuelan Caracas, y decretando después de una pocas escaramuzas el fin de nuestra guerra, y con un plan de reconstrucción nacional debajo del brazo”.
El señor Carlos Zubillaga Oropeza escribe en el mismo diario, ayer domingo: “¡Bush, carrizo, manda los marines para acá y cáele a bombazos a Chávez y sus secuaces!” Fracasadas, pues, al menos por ahora, todas las carantoñas a los militares y las plegarias a las once mil vírgenes para que arreglen cuentas con Chávez, la nueva esperanza blanca es Bush, para que mande a sus marines a resolver el problema. Los mexicanos acuñaron un término, malinchismo, proveniente del nombre de una bella azteca, Malinche, que pasó del lecho de su esposo y rey, Moctezuma, al del conquistador español, Hernán Cortés. Debe ser coincidencia, pero por alguna razón me ha venido a la mente.