Mambrú va a la guerra, por Simón Boccanegra
Acabo de darme cuenta que el mundo exterior existe.
Atrapados como estamos en nuestro propio infierno, pasaba la vista sobre las noticias internacionales mirando sin ver. Hoy, sin embargo, leyendo al desgaire el cable que da cuenta del mensaje anual de Bush ante el Congreso de su país, una línea captó mi atención: “Si la guerra nos obliga – dijo el hijo de papá- lucharemos con toda la fuerza, blablabla”.
“Si la guerra nos obliga”. O sea, pues, que Bush no tiene un año preparando la guerra, enviando sus tropas al Medio Oriente y enfrentando el rechazo de casi toda la humanidad a sus propósitos bélicos, sino que “la guerra”, así en abstracto, como categoría impersonal, impuesta por no se sabe quién, sería la que lo obligaría a llevar adelante una matanza en Irak y sus alrededores, llevando a la muerte también, a pesar de la inmensa ventaja tecnológica y militar de Estados Unidos, a algunos robustos mocetones gringos.
Bush, además, se quitó de malos ruidos: con o sin apoyo internacional, Mambrú va a la guerra. Menos mal que alguno tiene: Letonia, Lituania y Estonia han sumado sus poderosos ejércitos a la fuerza expedicionaria norteamericana.
¿Qué importa, pues, que Francia, Alemania, Rusia o China estén en desacuerdo?