María Magdalena: Antropología de la pobreza, por Saúl Jiménez Beiza
Twitter: @sauljimenezbei1
Fui de visita a un comedor de un barrio del sur para saber cómo está marchando el programa y la atención a los beneficiarios y en realidad es sorprendente como con tan poco estas comunidades realizan variadas actividades, atienden a tantas personas y mantienen esa mística de trabajo con amor y entrega, se puede uno imaginar a estas organizaciones de la sociedad civil como administradores de programas sociales en cualquier municipalidad y como lograrían rendir dichos recursos para el beneficio de muchas más personas, aquí se tiene que hablar de la multiplicación de los panes, en todos los aspectos, es sorprendente ver dentro de tantas necesidades transmitir amor, tener las ollas de comida y ver esa fila interminable de personas y no decirle a nadie que no alcanzará la comida, siempre alcanza, como sucede no se sabe, nadie los cuenta, nadie calcula, sólo dicen: “no hay problema todos van a comer”.
Allí conocí a María Magdalena una mujer con una niña en sus brazos esperando que le sirvieran la comida, ella andaba con un niño de 9 años y una niña de 7 años aproximadamente y empezamos a conversar por la pregunta sobre la bebé que tenía en sus brazos pegada de la teta, cuantos meses tiene y responde que mes y días, que la niña nació en la iglesia porque le dieron los dolores de parto y no se podía mover por eso la colocaron en un banco para hacerle el trabajo de parto atendida por el hermano religioso, que le costó pero la parió, luego la llevaron al ambulatorio para el curetaje y la regresaron a su casa.
Cuando hablamos del control pre-natal me dijo que nunca la había examinado ningún médico porque cuando se sintió algo extraño como a los 3 meses, fue a un ambulatorio y no había médico, fue al hospital y tampoco la atendieron porque estaban en cuarentena y tenía que esperar, ya no fue más y la niña se fue desarrollando a la buena de Dios sin ningún control y aún al día de hoy la única vez que la vio el médico fue el día que le hicieron el curetaje y así sigue, no hay atención médica en los diversos ambulatorios que están cercanos a los sectores apartados.
Ahí empezamos a conversar sobre la familia Magdalena es una mujer joven de 30 años aunque representa 40 o más por su maltrato físico, me dice que la niña es la sexta que tiene, que viene de una zona agrícola y que se trasladaron para la ciudad para buscar mejoras, luego el marido no conseguía trabajo y estaban arrecostados donde un familiar y cuando se enteraron de una invasión que se iba a realizar decidieron meterse allí, en una zona inhóspita donde descargan las aguas de toda la ciudad en su paso más hacia el sur buscando los ríos y caños.
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Le pregunté a María Magdalena que si le podía dar la cola para conocer el barrio porque no había oído hablar de ese barrio, así nos fuimos con los niños y Magdalena para el barrio 24 de Junio. En esa zona “construyeron” su hogar, un rancho de 2 habitaciones con cocina y sala juntas donde conviven 8 personas (padre, madre e hijos entre 13 y un mes) en un espacio de 16 mts2, piso de tierra, paredes y techo de lata, madera, sin baño (sus necesidades) las hacen en el patio y en una comunidad sin ningún tipo de servicio, perdón si, tienes servicio eléctrico que trajeron los vecinos desde los postes lejanos y allí lo distribuyen con conductores improvisados y postes de troncos de árboles, de esa forma gozan de tendido eléctrico.
Hablando con los niños sobre si estudian y me dicen que si en el colegio estadal que les quede como a 1 km y que les mandan las tareas cuando vienen las maestras a la escuela, que ya vienen muy poco porque no hay transporte y las maestras que vienen a la escuela son las que viven más cerca y pueden llegar a pie, es decir que los niños, dentro de la cuarentena no cuentan con las clases presenciales ni tampoco pueden contar con las clases virtuales porque no gozan de esas tecnologías, eso significa que estamos educando analfabetas, es decir, niños que están en una matrícula escolar que van avanzando de grado en grado pero que sin embargo no están capacitados para avanzar, aun así los maestros los promueven de grado porque no tienen las herramientas de evaluación necesarias, lo más fácil y es lo que recomiendan las autoridades es que se deben promover.
En estas condiciones se desarrolla la vida de María Magdalena y muchas personas más que habitan en estas barriadas, es difícil señalar que puedan tener probabilidades de salir de la pobreza extrema e insertarse en la sociedad, ella no cuenta con ningún tipo de apoyo para educar a sus hijos como debe ser, su marido sale todos los días para ver que consigue para trabajar, es decir no tiene un trabajo estable y por mucho deseo que tenga de ayudar a sus hijos, las condiciones no se les dan.
La pobreza extrema y las condiciones de riesgo de estas familias es una constante mientras no exista una política de estado que conlleve a la erradicación de la pobreza como está plasmado en los convenios firmados por nuestro país como el primero de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU y lo más curioso de todo esto es que en dichos estudios se señala que las altas tasas de pobreza se encuentra en países pequeños, frágiles y afectados por conflictos armados y en Venezuela que somos todo lo contrario conseguimos estos cuadros muy a menudo.
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