María Victoria Carbone: la cocina es fácilmente comparable con la música porque es arte
Carbone, una venezolana de apenas 18 años, ya sueña en grande en Londres, cerca de los fogones donde ya ha ganado reconocimiento. Quiere aprender varias gastronomías y hasta abrir un restaurante en Venezuela. María Victoria ganó el premio en equipo del prestigioso Country Range Student Chef Challenge 2022
El «duende» —del que hablaba el poeta español Federico García Lorca— está presente en cada uno de nosotros y depende de nosotros cómo despertarlo. Algunos tardan un poco más que otros, pero es cuando encuentras algo que realmente te encanta y que sientes una felicidad enorme al realizarlo, cuando él se despierta y te hace llegar muy cerca de todo tu potencial.
Así es el caso de María Victoria Carbone, una venezolana de tan solo 18 años que ya comienza a brillar en tierras extranjeras. Esta estudiante de cocina en el New City College de Londres ganó un premio en equipo en la competencia Craft Guild of Chefs al enfrentarse a otras siete instituciones.
El reto del prestigioso Country Range Student Chef Challenge 2022, en el que participaron ocho universidades de todo el Reino Unido la ultima semana de marzo, involucró a María Victoria y sus dos compañeros de equipo, Sam Paoli y Paulo Dela Cruz, bajo la supervisión del chef Jeff Mason. La final implicó una preparación en vivo por 90 minutos frente al público.
Mason dijo haber quedado impresionado por el resultado y les auguró a los jóvenes una gran carrera en el mundo de la hostelería.
El menú ganador consistió en:
Canapés
- Tejas, puré de aguacate y espinacas y salmón ahumado.
- Rollo de sushi de anguila ahumada marinada con teriyaki.
- Patata farl, mousse de cebollino, trucha ahumada y perlas de pepino.
Principal
- Pechuga de pintada escalfada con muselina, croqueta de pierna y puerro braseada, setas y cebada braseada, puré de chalota, puré de guisantes, chalotas crujientes, petit pois a la mantequilla, setas y jugo de pintada.
Postre
- Tartaleta de chocolate y naranja, streusel de naranja, helado de vainilla y naranja, naranja pochada, naranja y salsa Cointreau.
La historia de los Carbone es parecida a la de muchas otras familias que se fueron de Venezuela en busca de una mejor calidad de vida. María Victoria relató a TalCual que la migración de su familia empezó «por etapas» desde el año 2015, cuando su papá se fue a Londres a probar suerte.
«Duró aquí como seis meses trabajando, él trabajaba en restaurantes, en pizzerías y sí, estuvo acá durante seis meses. Luego fue a Venezuela en el 2016; estuvo allá unos meses y luego se trajo a mi hermano mayor. Estuvieron solos hasta 2017 y ese año mi tío Víctor, quien tenía planeado venirse, le preguntó a mi mamá si yo me podía venir con ellos, porque mi mamá aún no podía viajar debido a que mi hermano pequeño no tenía su pasaporte listo», contó.
Carbone, cuando llegó a Inglaterra, estuvo solo con su papá y su hermano por espacio de tres meses y para diciembre de ese mismo año toda su familia se pudo reunir ya bajo un mismo techo.
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Pero es interesante saber cómo el «duende» de esta joven, oriunda de Turén, estado Portuguesa, se fue despertando a través de la cocina. Sus primeras influencias provinieron de su abuela y sus tías, quienes en el calor del hogar siempre estaban preparando recetas tanto saladas como dulces. Eso, por supuesto, la motivó a acercarse al fogón, a los ingredientes y a su misma creatividad, aunque en un principio tuvo sus encuentros amargos con la cocina.
«Desde pequeña yo empecé a cocinar como a los 10 u 11 años. Recuerdo exactamente la primera vez que cociné que fue un arroz que se me quemó. Lo hice supermal. Pero después de todo eso, siempre mi mamá me decía que le ayudara a hacer ensaladas y cosas así, entonces siempre estaba como ahí metida en la cocina, pero no fue hasta que tuve como 13 años y que me mudé acá (Londres) que tuve que empezar a cocinar, porque ya como mi mamá no estaba y mi papá trabajaba y mi hermano también, yo tenía que hacer mi comida y hacerles comida a ellos», rememoró.
Y la oportunidad de estudiar cocina, más allá de lo amateur, llegó. Detalló que en los colegios de Londres existe la posibilidad de escoger materias optativas y una de las que eligió cuando estudió cuarto y quinto año fue, precisamente, cocina y nutrición; ambas asignaturas en la que está muy interesada en profundizar.
Al hacer una comparación de la cocina desde el punto de vista académico con esa pasión, si se quiere, empírica, María Virginia Carbone cuenta que existen diferencias bastante marcadas entre una y otra tendencia. Si bien en una se hace la comida con técnicas básicas, cuando ya se entra a una especialización se quiere ir probando cómo son las recetas bajo ese nuevo enfoque y eso es lo que hacía en su casa cuando llegaba del colegio. Es decir, su familia probaba los experimentos culinarios que ella quería cocinar.
Incluso, piensa que si se puede comparar el cocinar con algún otro arte sería con la música; siente totalmente apropiado el símil y, aunque afirma que no toca un instrumento, supone que debe ser el mismo sentimiento de un músico cuando se expresa a través de las notas.
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«Lo compararía con la música y el baile, pero también depende de cada persona, porque para mí la cocina es paz. Este año fue un poco estresante, pero yo tengo esta cosa de que cuando me siento estresada, busco la cocina. La cocina es como mi refugio donde siempre me gusta estar, donde siempre disfruto estar», confiesa María Victoria.
Refiere que lo que dicen acerca de que los sentimientos se transmiten por intermedio de la comida es muy cierto. Por ejemplo, rememora, cuando está triste lo que le provoca es hacer galletas y cuando está contenta, lo que hace es crear e inventar en ese laboratorio culinario. «Una vez me pasó que estaba supermolesta e hice la comida muy picante».
María Virginia Carbone ya tiene planes trazados para cumplir y seguir cumpliendo su camino dentro del arte de preparar alimentos; aunque buscará también tocar otras aristas. Tiene pensado hacer un curso para aprender manejar un restaurante; la parte administrativa; la coordinación de meseros y bar.
Comentó que una vez que termine eso, le gustaría ir a la universidad para estudiar nutrición porque «me fascina» y así complementar su formación. También quiere ir a hacer cursos de cocina en otros países.
«Mi gastronomía favorita es la italiana y me gustaría muchísimo hacer un curso de cocina en Italia porque siento que es el lugar perfecto para aprender sobre ella, al igual que la comida francesa y todo ese tipo de cosas (…) Me gustaría entonces hacer cursos de cocina de diferentes gastronomías y tener la oportunidad de abrir un restaurante, ya sea acá o en Venezuela, que ha sido mi sueño abrir uno allá».
Otra de las cosas con las que ha experimentado es fusionar esa sazón latina de la comida de América con lo que está aprendiendo en Europa. Sin embargo, se llevó una sorpresa porque asegura que las personas en el Reino Unido «son muy curiosas» y les gusta aprender y probar cosas nuevas.
Por ello, señala que cuando se le presentaba cualquier oportunidad para crear un plato, siempre apela por incluir algo de Venezuela en lo que sea. «El postre que más se vende en el restaurante de mi colegio es la tres leches», aseveró.
En ese proyecto de restaurante le gustaría incluir de todo un poco lo que ha aprendido y se suma a su experiencia y cree que el fusionar las culturas dentro de la cocina no ha sido tan complicado, amén de que cuenta con sus amigos —con quienes ganó la competencia— que son de diferentes nacionalidades: Uno es filipino y el otro, británico; con los que conversan, comparten y crean en conjunto dejando volar su creatividad y materializándola en algo tangible, hermoso y suculento.
«Siempre cree en tu talento y en lo que tú crees que puedes hacer», finalizó.
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