Médicos venezolanos: una generación marcada por migración y crisis
En una lucha entre la vocación y la búsqueda de oportunidades para ejercer su carrera en mejores condiciones, tres médicos venezolanos ofrecen una visión de su profesión. El sueño de retornar, que es una aspiración común en muchos de los más de 24.000 que han emigrado, según el balance de la ONG Médicos Unidos de Venezuela, la decisión de quedarse y la incertidumbre del país en el que les tocará aplicar lo aprendido se conjugan en este homenaje de El Pitazo para los médicos en su día
Texto: Jesús Barreto / El Pitazo
Ser médico venezolano en este tiempo supone retos a los que nunca se había enfrentado un profesional en la era republicana. La reflexión de Jaime Lorenzo, director ejecutivo de Médico Unidos de Venezuela, resume la realidad a la que se enfrentan los doctores desde que optan por la carrera. Migración, escasez, deterioro de la infraestructura hospitalaria, malos sueldos y el advenimiento de una emergencia humanitaria compleja cambiaron la forma en que se ejerce el oficio en el país. En los últimos cuatro años.
Lorenzo, quien dirige una red que lleva un registro de los profesionales de la salud, conformada por más de 30.000 médicos, tanto fuera como dentro del territorio nacional, puntualiza que alrededor de 24.000 especialistas en diferentes disciplinas han abandonado el país desde 2007.
El volumen del éxodo lo atribuye al colapso del sistema de salud. La red hospitalaria en la que se forman y ejercen los médicos, por tradición y excelencia, carece de las más elementales condiciones para garantizar la vida de los pacientes. Este hecho se evidencia, a su juicio, en la reaparición de enfermedades epidémicas controladas por años y el incremento sostenido de las tasas de mortalidad materna e infantil.
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«La fiebre amarilla estuvo 14 años bajo control; la difteria 24 años sin caso autóctono; el sarampión contenido con focos muy pequeños. Eso se perdió en la última década y empuja todos los días a cerca de siete médicos fuera de Venezuela. Médicos en los que el país invirtió y a los no les ofreció ni siquiera un sueldo para mantenerse», analiza a propósito del Día del Médico venezolano.
Con una carencia de medicinas de 70 % en promedio, como consta en los informes de la Federación Farmacéutica Venezolana, y la reducción de cupos en los hospitales por el cierre técnico de servicios, el desaliento parece ganar más y más terreno a la vocación inoculada en los médicos desde la primera vez que se visten de blanco. El Pitazo entrevistó a tres médicos venezolanos que han atravesado la crisis sanitaria en el país desde tres momentos distintos. A todos los distingue una loable orientación al servicio para la que, coinciden, fueron formados.
Una cruzada por la infancia
Desde hace más de cuatro su nombre está relacionado de una forma especial al Hospital de Niños José Manuel de los Ríos. La institución de salud pediátrica más antigua del país se convirtió en la sede de un apostolado que le llegó sin avisar. Vietnam Vera, médico de la Unidad de Cuidados Intensivos del mencionado centro asistencial, ha sido testigo del paulatino cierre de los servicios.
La prolongada crisis de salud y sus fatales consecuencias lo convirtieron de un sosegado estudiante de Medicina de la Escuela José María Vargas de la Universidad Central de Venezuela a un pediatra activista. Conmovido y muchas veces derrotado, como confiesa, por las más de 30 muertes relacionadas con el desabastecimiento de insumos, falta de equipos, interrupciones constantes del mantenimiento y suspensión de trasplantes que registra el hospital, empezó a hablar.
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El tono mesurado de su voz contrasta con los gritos y consignas que profiere en busca de una respuesta oficial que detenga el deterioro del edificio y reactive la posibilidad de una mínima atención en buenas condiciones. Al menos una vez por mes se ha parado, junto a sus compañeros, enfermeros, pacientes y familiares de los niños, en la avenida Vollmer de Caracas, donde está situada la institución, en protesta por el derecho de los niños.
La restitución del derecho al acceso a servicios de salud oportunos y de calidad para niños que acuden al pediátrico es la cruzada que marcó la vida de Vietnam, cuyo nombre evoca revoluciones ajenas. Lamenta que su reclamo ha sido más escuchado fuera que dentro del país, en alusión a las dos medidas cautelares otorgadas por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (Cidh) en favor de niños de 14 servicios del J. M. de los Ríos.
Vera, con un posgrado en la atención en Terapia Intensiva, al ser consultado sobre si piensa que ha dado su existencia en vano, no deja lugar a dudas. «No es algo que me tocó, es una misión de vida que decido a diario», sostiene. «De tanto atestiguar cómo niños se resisten a diario a morir encuentro un estímulo para la esperanza en la que perder la fe es mortal».
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