Medir cien veces…, por Simón Boccanegra

En asuntos como los que nos estamos jugando los venezolanos en estos días -asuntos de vida y muerte, asuntos de destino- bueno es, como aconseja la sabiduría de los sastres, medir cien veces antes de cortar. Por suerte existen las instancias para «medir» y es bien bueno que lo que se haya de hacer sea decidido en debates de todos y no en cenáculos de conspiradores. Si algo reveló el 11 de abril es que una cosa pensaba el caballo y otra el que quería montarlo. Que lo que nos competía a todos tenía un libreto escrito no se sabe dónde y en el cual los roles fueron decididos por no se sabe quién. Si la cosa hubiera salido bien, seguramente la victoria habría tenido mil padres, como se pudo ver en las breves horas de Carmona, cuando hasta «cicerones» y «fidelios» aparecieron en televisión echando sus cuentos. La derrota, ya se sabe, es huérfana. Después nadie sabía de dónde salió el gobierno de Carmona y terminó Pérez Recao como el chinito de Recadi. Los altos oficiales que aparecieron en el video que catapultó al estrellato a Otto el periodista resultaron ser unos caballeros que andaban por ahí y por casualidad se tropezaron con un «vacío de poder» realengo y como no tenía dueño, pues se lo cogieron.