Lorenzo Mendoza y los partidos, por Gregorio Salazar
Autor: Gregorio Salazar
Puede que Oscar Pérez, quien se atribuyó el más reciente asalto y robo de 26 fusiles de un comando militar en las cercanías de Los Teques, sea el hombre más buscado de Venezuela con recompensa y cartel al estilo del lejano oeste incluido. Pero no es necesariamente el más temido.
Puede que un importante sector de los venezolanos haya perdido su fe en el voto, otros la mantengan pero piensan que su ejercicio ha perdido todo sentido en la Venezuela de hoy y haya terceros en la onda de no ejercerlo en ninguna circunstancia, pero el régimen sigue trabajando incansablemente, día y noche, para destruir esa arma fundamental e imprescindible de los demócratas. Les aterra su potencialidad.
Para gente como el ex Inspector Pérez, Maduro anuncia una orden expresa: plomo! Es la misma que se dio contra los jóvenes escuderos que salieron a protestar por la ruptura del orden constitucional. No en balde pasaron de cien los muertos durante esos cuatro meses de manifestaciones. Y el plomo va acompañado de toda una diversidad de acciones represivas que se ejercen sin escrúpulo alguno y en abierto desafío a la legalidad y a los pactos internacionales.
Si se revisa la lista de todos quienes en el año 2012 fueron precandidatos o candidatos de la oposición en las primarias de ese año, se encontrará que absolutamente todos han sido víctimas, de una u otra forma, de medidas judiciales: presos, inhabilitados o con juicios pendientes. Maduro se acaba de regodear de lo que evidentemente para él significa la muerte política de Henrique Capriles, dos veces aspirante a la candidatura presidencial: “No volverá a ejercer cargos públicos”.
La criminalización, manejada en forma eslabonada, ha sido una varita mágica. Con ella se sacó de juego a los diputados de Amazonas y a partir de ello se anuló a la Asamblea Nacional. Inventando un fraude anularon la iniciativa del referéndum revocatorio y en línea directa quedó criminalizada la tarjeta de la MUD, que había demostrado su eficacia en elecciones anteriores. Y pensar que eso es sólo una parte del descomunal ventajismo con el que juegan.
El panorama de la oposición, en especial de sus partidos, es desolador. No solamente porque el público de ese sector le está dando la espalda a su dirigencia. Mezcla de errores y contradicciones internas, pero también de conductas incomprendidas por un pésimo manejo comunicacional. Con el fracaso en las dos últimas elecciones vinieron los alejamientos en el seno de la Unidad, que ahora parecen estar siendo recompuestos.
Primero Justicia emergió de las elecciones legislativas como el primer partido de oposición. Hoy se encuentran sin el poder en sus principales bastiones locales de Miranda, y con su candidato presidencial natural inhabilitado. Voluntad Popular tiene a su máximo dirigente bajo prisión y en el exilio o en la etapa previa a quienes integran la primera línea de su oficialidad. Ese motor que fue Lilian Tintori está en la banca por embarazo. Un Nuevo Tiempo lucha por sobrevivir en el Zulia, otrora su bastión inexpugnable, y por revertir el desagrado de los opositores por lo que consideran conductas claudicantes frente al Gobierno. AD, ganancioso en la elección de gobernadores, ha visto caer en barrena la popularidad de su secretario general y eventual candidato presidencial, Ramos Allup. Avanzada Progresista, a pesar de mantener una línea coherente, ha sufrido derrotas y no se ve todavía con la posibilidad de potenciar el músculo del voto opositor.
Potenciar el voto, ese es el gran desafío de la oposición, máxime cuando dos dirigentes con importante vocería, sólo eso, como Ledezma y María Corina, se mantienen en una radical línea abstencionista. ¿Misión imposible entonces? Pareciera bastante difícil, si el abanderado tuviera que salir forzosamente de las filas partidistas.
Se sabe quién es el outsider que puede romper ese esquema, tanto que ni siquiera hace falta nombrarlo. Los atributos que la población percibe en su figura no sólo reavivaría y potenciaría el entusiasmo del voto opositor, sino que incluso desgajaría parte de la votación blanda chavista. Falta saber si ese potencial candidato está dispuesto a asumir tan mayúsculo reto y enfrentar las maniobras criminalizadoras de este gobierno de tan feroz deriva cubanizadora porque, ya está claro, no es el más buscado pero sí el más temido.
Deja un comentario