Mentiras y decisiones, por Luis Ernesto Aparicio M.
Twitter: @aparicioluis
Es definitivo, la información es la ayuda por excelencia al momento de tomar decisiones. Durante nuestra vida cotidiana, queremos saber acerca del jabón que estamos utilizando cada vez que tomamos una ducha, o ver cuántos beneficios tiene el consumir algún tipo de chocolate, si el azúcar es mejor morena, blanca o simplemente usar un suplemento, cosa así.
Para cada elemento, recurrimos a los medios que tengamos disponible y así formarnos una idea que nos ayude a conocer un poco sobre lo que obtenemos o, algo tan complejo como decidir sobre la persona o grupos de personas, sobre quienes nos gustaría delegar la dirección de lo colectivo; como algún centro de estudiantes, de cultura, el condominio y lo más complejo: alcaldes, diputados, concejales y presidente del país.
En pleno siglo veintiuno, cuando la inmediatez se encuentra al alcance de nuestros dedos, se suelen revisar minúsculos dispositivos para encontrar las respuestas que soporten la mejor decisión y así decantarse por algún objeto o alguna persona. Ambos poseen unos contenidos que intentan describir que es cada cosa y que tanto se puede confiar en ello o ella, si se trata de la persona.
La potencia de las redes sociales y las aplicaciones que se descargan o, que ya vienen instaladas, así como también algún buscador, son las herramientas más comunes para obtener información. Y aquí comienza el asunto que ha dado forma a esta opinión.
Utilizaré unas palabras que provienen de la periodista colombiana María Teresa Ronderos, directora y fundadora del Centro Latinoamericano de Investigación Periodística (CLIP): «Si uno se informa mal, toma malas decisiones. Y mucha de esta información es falsa y parece creíble». Ella, junto a un grupo de investigadores, formaron parte de un trabajo llamado «Mercenarios Digitales» en el que se desglosa toda la estrategia que utilizan algunos «asesores» o «estrategas» políticos en el mundo digital para mentir y engañar.
Estoy seguro de que al leer esto, se podría pensar que es difícil que alguien sea engañado, que le intenten entregar una información falsa y que la crea. Pese a ello, puedo asegurar que más de una vez, revisamos las cuentas en redes sociales y ha aparecido una información, una fotografía o video, o un supuesto influyente que le convence sobre la veracidad de lo que dice.
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Hay muchos casos en los que la desinformación y la mentira son combinadas para lograr objetivos concretos de desprestigio o acusar a alguien de algún delito, sobre todo en política. Como el caso de los correos del jefe de campaña de Hilary Clinton (John Podesta), publicados por WikiLeaks, en donde los amantes de las conspiraciones afirmaban que había claves en la estructura de estos o los noticieros que aparecen de la noche a la mañana en donde se alaba una gestión que es deplorable, como los creados digitalmente por los asesores de Nicolás Maduro. Todo falso.
Es la era de la digitalización, por lo tanto, más de uno está pescando en el inmenso océano que ella representa, donde además no hay mayores reglamentaciones o límites –exceptuando los casos de China, que el control absoluto sobre la internet se encuentra en manos del gobierno– por lo que es un terreno fértil para la mentira y el engaño.
La investigación llevada a cabo por Ronderos y su equipo, arroja un buen número de nombres de asesores y supuestos «expertos» en comunicación política, algunos confesos y otros no tanto. Pero este trabajo investigativo a descubierto a unos tantos, como el caso del brasileño Andre Golabek y su empresa Venquis, quien creó una aplicación móvil para Nicolás Maduro, desde donde se podría solicitar la ayuda del gobierno para resolver los problemas de la comunidad.
La muy simpática aplicación del régimen venezolano al final resulta un instrumento para cruzar información –privada– sobre las personas que la bajaban a su teléfono. Toda relacionada con los procesos electorales y los registros en los programas de «ayuda» conocidos como «Patria» –otro engaño– creado por Maduro y sus cómplices.
El beneficio que nos ha traído la era digital es indiscutible. Sin embargo, no todo lo que a través de ella transita es cierto. De hecho, más allá del uso perverso que muchos gobiernos y políticos hacen de ella, existe la posibilidad de que lo que vemos en las plataformas y redes, sea producto de una red de mentiras que solo intentan confundir y desinformar para el provecho de alguien o de una organización.
Como vemos, la política es el campo predilecto, es el lugar en donde los sueños de quienes se encuentran sembrando, por intermedio de la farsa, la confusión para minar las bases de la democracia y arrebatar nuestras libertades.
Por eso, a pesar de que hay personas que suelen decir que la gente debería decidir que es verdad y que no, solo me resta invitar a que verifiquemos eso que le han contado a través de las redes, porque la mentira es mala consejera en nuestras decisiones.
Luis Ernesto Aparicio M. es periodista, exjefe de Prensa de la MUD
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