Militares y servicios públicos, por Luis Manuel Esculpi
La crisis se manifiesta en los más variados aspectos de la cotidianidad. No hay área donde la incompetencia, la imprevisión y la incapacidad dejen de evidenciarse. En la esfera económica es más que evidente su fracaso, lo que ocurre no tiene precedentes en países petroleros. La situación de Pdvsa es verdaderamente catastrófica.
El combate a la pobreza y la lucha contra la corrupción fueron consignas olvidadas. La pobreza ha alcanzado signos alarmantes, en la actualidad tenemos las peores cifras conocidas en la Venezuela contemporánea. La corrupción alcanzó niveles incomparables con las etapas precedentes.
Ningún servicio público escapa del colapso. Las protestas por la falta de gas doméstico son tan constantes como por las cajas CLAP. El metro de Caracas dejó de ser un servicio público ejemplar para convertirse en una verdadera calamidad. El transporte superficial es un caos, la flota de autobuses reposa en sus cementerios. Las camionetas reducen la circulación, ya que por la falta de repuestos, cauchos y baterías se cuentan por centenares las unidades paralizadas.
Los apagones que era una constante en occidente, ya se están extendiendo a todo el país incluyendo la región central. El suministro de agua potable cada vez es más escaso, la recolección de la basura en la mayoría de los municipios es desastrosa, el estado de las calles y avenidas –con escasas excepciones– demuestran la notoria disminución de la calidad de vida en el país
El diagnóstico en el que coinciden todos los profesionales estudiosos de la materia y con experiencia en la gestión de estos servicios, señalan como el grave problema del suministro de agua potable y el de energía eléctrica, presentan grandes semejanzas entre sí, por la falta de mantenimiento e inversión que a su vez es causante de las frecuentes averías, así como la sustitución de profesionales y técnicos capacitados y con experiencia para cumplir con esas exigentes funciones, son sustituidos –en la mayoría de los casos– obedeciendo a una política clientelar, por personal cuya principales credenciales son las de estar identificados con el gobierno; esas entre otras, son razones que explican el caos actual.
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Además al analizar la dirección de esos organismos observamos una constante, en la mayoría, su gerencia la integran oficiales de la Fuerza Armada Nacional, sin formación y experiencia en las áreas que dirigen, tal como ocurre en diferentes sectores de la administración pública Nacional.
Un ejemplo que resulta emblemático es el del actual presidente de Pdvsa y ministro de petróleo el Mayor General (GN) Manuel Quevedo, quien después de pasar por varios cargos fue designado para cumplir con esas funciones fundamentales para el país. Igual situación presenta Corpoelec con su presidente el Mayor General –también de la GN– Luis Motta Domínguez, conocido por sus pintorescas explicaciones para pretenden ser justificar los continuos apagones. El presidente del metro de Caracas es el Mayor General (ej.) César Vegas González y el de Hidrocapital el Mayor General (Av.) Edinson Torrealba.
En nuestra Fuerza Armada, siempre se consideró que un oficial con curso de estado mayor, podría cumplir cualquier misión de comando independientemente del arma que perteneciera, eso puede ser cierto para conducir operaciones militares; no necesariamente para hacerlo en funciones de gobierno. Su formación está orientada a la defensa nacional, lo que no niega que eventualmente puedan contribuir en otras esferas del desarrollo de la nación. La concepción militarista del gobierno ha exagerado y sobredimensionado esa presencia, en detrimento de profesionales civiles competentes para asumir tales responsabilidades. Hasta el punto que en estos 18 años alrededor de 1700 militares activos y retirados han ocupado posiciones prominentes en la administración central, regional, municipal y en empresas del estado.
De ellos más de un tercio ha sido designado por Maduro, No pretendemos generalizar, reconocemos que hay oficiales de las FAN que en el pasado realizaron una labor encomiable como el General Rafael Alfonso Ravard, al frente de Pdvsa y la CVG. Claro, eran otros tiempos