Monte Ávila veta a Rafael Cadenas, por Simón Boccanegra
Me cuenta un profesor de la Escuela de Letras de la UCV que está dando un curso sobre Rafael Cadenas y tiene serios problemas con la bibliografía para los estudiantes, pues la antología de su poesía no se consigue por ningún lado, ni en los pasillos de la universidad, ni en otras librerías, ni en «ferias del libro», ni en los tarantines del Capitolio o las Fuerzas Armadas.Tampoco en la propia librería de Monte Ávila, que tan bien funcionaba, porque el iluminado Farruco Sesto la voló del mapa. Muchachos, no pierdan más su tiempo y vayan a sacar fotocopias a la biblioteca. Pero, ¿cuál será la causa del eclipse de esta obra tan necesaria? El asunto es sencillo: el libro fue publicado en 1991 y no ha sido reeditado. ¿Cómo es posible, se pregunta este minicronista, que la editorial del Estado, al más puro estilo del «canal de todos los venezolanos», no reedite la poesía de Cadenas, cuando hay un consenso, generalizado entre los lectores de cualquier bando político, de que se trata de uno de nuestros más importantes escritores y pensadores? Ya el avisado lector habrá adivinado: la poesía de Cadenas no se publica porque él no es chavista y ha firmado numerosos documentos que cuestionan el autoritarismo galopante de este gobierno.Y obviamente no se trata de un caso aislado. El veto se extiende a todos los autores que se encuentran en la misma situación. Conclusión: Monte Ávila sólo publica autores chavistas (sin que importe mucho su calidad), o antichavistas solapados que se cuelan entre las rendijas de la intolerancia política.Ya sabemos de las extravagantes concepciones sobre la cultura del «poeta» Farruco y del espíritu inquisidor que le ha llevado a hacer razzias entre el personal «sospechoso» de tantas instituciones que han tardado décadas en consolidarse para finalmente desmantelarlas. Pero, ¿quién hubiera imaginado esta vergonzosa conducta de Carlos Noguera, el director de la editorial? Sin embargo, queda un consuelo: la obra de Cadenas puede encontrarse en libros de prestigiosas editoriales extranjeras como el Fondo de Cultura Económica, de México, o la colección Visor, de España, que sí se interesan en la buena literatura.