Moscú mon amour, por Simón Boccanegra
Volvieron a Moscú el catire Guillermo García Ponce, Pablo Medina y Alí Rodríguez. Los llevó Chávez en su gira. Como a Chávez se le ocurrió citar a Mao ante un atónito -aunque cortés- Jiang Zemin, cabeza visible del anti-maoísmo, no tendría nada de extraño que se le haya ocurrido reunir el «comando político de la revolución» precisamente en Moscú, pensando, quizás, que en conuco viejo siempre hay batatas. Pero Moscú es hoy una capital de la contrarrevolución. A Lenin lo sacaron de su tumba y le dieron sepultura en su ciudad natal. Putin es presidente de un paraíso del capitalismo más salvaje y la vieja Rusia está hundida en problemas económicos y sociales ante los cuales los nuestros lucen como muestras de opulencia. Las mafias se han adueñado de su economía de una manera que ni Bertolt Brecht habría soñado para su «Opera de los tres centavos». Lo que sí es cierto es que sus armas no son «chatarra». A quienes aquí han expresado preocupación porque podamos comprar «chatarra» se les informa que Rusia es la patria del AK-47, el Kalashnikov, el fusil de asalto más famoso del mundo.