Movida de mata, por Teodoro Petkoff
Debemos suponer que en el llamado alto Gobierno se está discutiendo el tema de los cambios en el gabinete. Sería lógico que así fuera, porque en una situación de crisis, la refacción del equipo ministerial es una movida prácticamente obligada. Más aún, ella debería evidenciar, por sí misma, esa voluntad de rectificación que el discurso presidencial ha anunciado. Sin embargo, el tiempo pasa y no se ve movimiento. A lo mejor la demora obedece, sobre todo, a las dificultades para encontrar gente apropiada para los cargos, pero, caramba, ¿por qué el actual gabinete no ha renunciado colectivamente, para así enviar al país la señal de que está en camino una reorganización ministerial? ¿No sería lo apropiado?
Hay un campo en el cual la designación de nuevos ministros es especialmente urgente: el de la economía. Por supuesto que en todas las esferas del gabinete debe moverse la mata, pero interesa subrayar lo del gabinete económico porque, en fin de cuentas, sin economía sana no hay vida. La actividad económica está literalmente paralizada. Los actuales niveles de tasas de interés (80%) no sólo hacen imposible el financiamiento de la inversión sino que están provocando un enorme incremento de la morosidad y colocando a miles de empresas ante la inmediata perspectiva de bajar la santamaría. En enero de este año, la cifra oficial de desempleo fue de 16%; hoy la situación es seguramente peor. La inflación, aún lastrada por la recesión, ha tomado vuelo nuevamente. La situación fiscal, a pesar de los buenos precios petroleros, está próxima al colapso. ¿Puede el equipo Giordani, Bermúdez, Bastidas, Andrade e Iglesias, inspirar un mínimo de confianza a los agentes económicos? La respuesta es rotundamente negativa. Este team está ya agotado y a sus integrantes sí es verdad que el Presidente debería darles las gracias por los servicios prestados a la República y, sin necesidad de sonarles su famoso pito, enviarlos a las duchas. De hecho, tal como están las cosas hoy, el principal problema que confronta el país en el área económica es precisamente ese equipo ministerial de bates quebrados. No sólo no crea confianza sino que destruye lo poquito que todavía pueda quedar de ella. De hecho, el principal problema económico del país es precisamente político. Desde luego que cambios en el gabinete económico no resuelven todo pero ayudan, sin duda. Una reorganización a fondo del gabinete económico, sumada a las acertadas designaciones ya realizadas en Pdvsa y a una rápida revisión de las leyes de la Habilitante en la Asamblea Nacional, podría crear una suerte de «masa crítica» rectificatoria necesaria para ayudar a despejar un horizonte económico y social particularmente sombrío. Al margen de los graves problemas políticos y militares hoy existentes, a todos nos interesa que la economía abra un paracaídas y salga de la barrena en la cual se encuentra. Entre tanto, que los ministros pongan sus cargos a la orden ya abriría una expectativa positiva.