Movimientos en la geopolítica mundial, por Félix Arellano
La pandemia también está influyendo en la geopolítica mundial y, en ese contexto, lo que entendemos como occidente, el conjunto de países que respetan las libertades, la democracia y los derechos humanos se presentan débiles, pudiéramos decir acorralados, frente a la pandemia del coronavirus.
Por el contrario, los gobiernos autoritarios, en particular China, Rusia e incluso el proceso bolivariano aprovechan hábilmente la situación y proyectan una trabajada imagen de control y avance al logro de sus objetivos.
Las difíciles circunstancias que estamos enfrentando están siendo capitalizadas por el gobierno chino, al punto que ha desplegado una feroz y multifacética estrategia, que ha sido definida como “la diplomacia de las mascarillas” (Infobae, 20/03/20). Se trata, entre otros, de mucha manipulación mediática y una significativa y generosa ayuda a más de 70 países en el planeta, con lo que intenta, seguramente con éxito, lavar su cara, frente al manejo irresponsable de la crisis en la fase inicial y determinante.
Por el contrario, tanto los países, como las instituciones que representan los valores occidentales, no están logrando asumir un liderazgo efectivo. El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas apenas abordó el tema el pasado jueves (09/04/20) y no se dispone de información sobre los resultados. El Grupo de los 20, que en el caso de la crisis financiera global del 2008, asumió un papel protagónico en la búsqueda de soluciones, en este caso está brillado por su ausencia.
Igualmente conviene alertar sobre el vacío que está proyectando el gobierno de los Estados Unidos y, como bien ha señalado Moisés Naim (El Mercurio 05/04/20), no se puede asumir que el país ha perdido capacidad de acción, sigue siendo una economía poderosa, se trata fundamentalmente de las contradicciones del Presidente Donald Trump en el manejo de la política exterior, lo que está generando una pérdida de confianza y liderazgo.
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En el plano global el Presidente Trump ha optado por el aislamiento, lo que abre espacios para los países autoritarios y, en el manejo de la pandemia, su comportamiento ha sido errático.
Estigmatizar al virus como chino o a la Organización Mundial de la Salud (OMS), no resuelve los problemas, por el contrario, pareciera aplicar la clásica salida hacia adelante, buscando culpables para evadir responsabilidades.
Adicionalmente, el retiro de varios acuerdos y organizaciones internacionales, el ataque a los aliados fundamentales en Europa, la ambigua actitud frente Rusia y las contradicciones en la estrategia con China, poco aportan al posicionamiento de los Estados Unidos. Lamentablemente, también se aprecian debilidades en el manejo del caso venezolano.
La Unión Europea tampoco ofrece mayor confianza, debilitada por el creciente euroescepticismo entre sus países miembros, que ha logrado su máxima expresión en la irracional salida del Reino Unido; no logra, por sus complejos procedimientos y divergencias entre sus miembros, asumir efectivamente el liderazgo que aspiraría el mundo. Incluso, adoptar un programa interno de emergencia, para el auxilio financiero de los países miembros, ha resultado lento, complejo y limitado.
América Latina y, en general los países emergentes del llamado tercer mundo, no están logrando resolver eficientemente sus problemas internos, mucho menos proyectan la capacidad para definir estrategias de acción en el contexto global. Específicamente en nuestra región está resultando penosa la actuación de países protagónicos como Brasil y México.
Observamos capacidad de acción exitosa en el manejo de la pandemia en varios países importantes para los valores occidentales, tales como: Finlandia, Corea del Sur, Costa Rica, Guatemala, Uruguay, empero, pareciera que no tienen la fuerza, ni la decisión para promover la coordinación de un plan de acción a escala mundial.
En este contexto, el partido comunista de China está encontrando condiciones ideales para fortalecer su estrategia de expansión. Es evidente que las negociaciones con Estados Unidos constituyen un tema muy sensible para el futuro económico chino, pero ahora se encuentra con un país debilitado, que sorprendentemente no evidencia la capacidad sanitaria para enfrentar con celeridad la pandemia y con un Presidente que ha actuado con ambigüedad y lentitud.
Frente al ambiente de miedo, resentimiento y rechazo que se extiende frente a la opacidad del gobierno chino en el manejo de la crisis; China está desplegando una agresiva y multifacética estrategia a escala mundial que abarca, entre otros, la plena activación de su capacidad productiva al servicio de la generación de los productos necesarios en la emergencia sanitaria. Esto acompañado del manejo de las comunicaciones, toda una manipulación mediática para promover una realidad alternativa; adicionalmente una intensa labor diplomática.
En los últimos días se han incrementado las donaciones, los créditos a bajos interés, el apoyo de expertos, la asistencia técnica, la donación de equipos. Toda una maquinaria coordinada y en movimiento para recuperar el liderazgo mundial de China. En este contexto, el tema venezolano adquiere nueva relevancia, siempre ha representado una ficha en sus jugadas geopolíticas, particularmente contra los Estados Unidos; empero, en estos momentos, la situación se ha fortalecido.
Un apoyo más directo al proceso bolivariano hace parte del juego antisistema y de su interesada solidaridad internacional.