Movimientos, por Leonardo Regnault
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Hay quienes realizan la importante tarea, con instrumentos demoscópicos, de decirle a la gente cuántas horas, días, semanas o meses están sin algunos de los servicios; permitiendo que el resto del país conozca estos padecimientos y a través del hecho noticioso sensibilizar en la necesidad de buscar una salida a tan terrible flagelo; sin embargo nos falta salir a las calles a acompañar en la organización de estructuras sociales que demanden el mejoramiento de esos servicios; en la denuncia a las violaciones de los derechos humanos, en la justa exigencia de reivindicaciones salariales y un sinfín de etcéteras que vayan en función de una óptima calidad de vida.
Enfrentar el aparato de destrucción social encarnado en la anti política gubernamental, requiere disciplina organizativa, de la cual carecemos en este momento.
Seguiremos corroborando los estudios demoscópicos que reflejan el divorcio entre los partidos políticos y la sociedad, mientras sigamos empeñados en sólo observar y diagnosticar; cuando lo que se requiere y se espera en este momento es la construcción de una infraestructura social robusta para tener esa palanca tan necesaria para mover el mundo político venezolano.
La creación o formación de este movimiento social debe darse con la suficiente madurez por parte de quienes militamos en organizaciones político partidistas, pero también en las organizaciones políticas no gubernamentales, para acercarnos a las bases sin importar si pertenecen o no a la organización a la cual representemos. Esa experiencia acumulada, por los partidos u ONGs, en materia organizativa y actuante tiene que colocarse en función de la necesaria infraestructura social.
Para ello es imperativo iniciar la constitución de comités de usuarios en todo el país, para manifestar por el derecho a tener servicios públicos acordes con nuestras necesidades.
Participar en las elecciones de los consejos comunales a realizarse este año, para demostrar que quienes creemos en la democracia, la participación social y la convivencia armónica, a pesar de las diferencias, somos mayoría y que es posible construir un mejor destino con el concurso de todos.
Colocarnos al lado de esos miles de trabajadores que salen a las calles a exigir reivindicaciones laborales. Estas últimas semanas hemos visto a los sindicatos y gremios luchando en las calles en contra de la ley Onapre y esas manifestaciones masivas lograron hacer retroceder al totalitarismo; esto debe animarnos, pero no pensar que el trabajo está hecho.
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Visibilizar esas manifestaciones de las comunidades por el mejoramiento de los servicios públicos y ayudar en su organización, sin querer ser los protagonistas de esas luchas. Son ellos a quienes se les debe reconocer su papel.
Ese es el músculo social que pueda enfrentar el aparato de coacción, sometimiento, amedrentamiento y muchas veces de represión y destrucción representando por quienes llegaron al poder vendiendo la ilusión de una Venezuela en la que todos pudiéramos ser parte fundamental de los cambios y por el contrario fueron secuestrando espacios y dejando a la nación a merced de los caprichos totalitarios de la anti política gobernante. Imperativo es la unidad de ese pueblo arrinconado en la falta de derechos y oportunidades, para escoger la mejor ruta que nos saque de esta mala trocha de la historia.
La organización social y política debe estar en función de salir de esto y para lograrlo debemos construir la unidad de los más que podamos, de todos aquellos que queremos un destino mejor.
Llegará el momento en el que cada quien hale brasa para su sardina, hecho que no debe ser satanizado, pero antes hay que avivar las llamas de esas brasas, porque sólo con cenizas no lograremos nada.
Depende de todos.
Leonardo Regnault es Político e Ingeniero civil
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